Cultura

Un final para Dexter sin Dexter

  • El inolvidable y brutal asesino llega al final de sus aventuras televisivas desdibujado y enfrentado a una resolución que hace poco honor a los grandes hallazgos de una creación única

"Ésta es la noche", espetaba Dexter Morgan al principio de este poderoso show. El telespectador, por el contrario, advertía: "Ésta es la serie". Efectivamente, lo ha sido. Puede que por realizar a un personaje insensible, por ponerle un anillo de boda y a un retaco entre los brazos a uno de los asesinos en serie más brutales de la televisión, pero tras verle desmembrar a violadores, asesinos y pederastas, ha sido imposible no empatizar con alguien, que, reducido al mínimo, es un hombre con problemas. No sabe cómo afrontar una fraternidad perdida, una caza de brujas, un matrimonio y una paternidad que ya implican una latente humanización del personaje.

Sin embargo, Dexter, personaje y serie, se han ido a pique. Las últimas temporadas han sido tan diferentes a las primeras que bien podrían ser otra serie distinta. Tras una octava temporada que arrancó con un lenguaje que todos conocían, el de la tensión liberada y la vida renovada vivido en la tercera con un hijo en camino, ha acabado sumergiéndose en un oscuro océano de subtramas que, si bien se han abierto, deberían haberse cerrado. El elenco de personajes secundarios a los que (por desgracia) Michael C. Hall, tanto como actor como productor, les ha dejado tanta visibilidad, no han podido tirar, ni por asomo, del carro argumental e interpretativo que C. Hall les cedió con mucho gusto. Ninguna de las historias que protagonizaron podría encontrar una conclusión como dictaba la razón. Tras esta temporada, nadie esperaba un final consecuente con todas ellas. Una sombra invadiendo las oquedades de una casa, con algunos secundarios como Debra (hermana del protagonista) irrumpiendo en ella, algunos cogidos de la mano, otros abrazados apasionadamente, mientras Dexter yace en la puerta cual John Wayne en Centauros del desierto, asimilando la ola de soledad que le ha golpeado durante toda la vida, y caminando en busca de su latente y esperado destino. Esta imagen, tan bella como la propuso John Ford, representa la conclusión perfecta para cualquier historia que se planteara en aquella majestuosa odisea. ¿Quién no habría soñado con rematarle el canto a Dexter de esta forma?

En su lugar, se ha ofrecido un frío y seco final que juega demasiado con las motivaciones del personaje. En una serie donde sólo se habla de quién parece merecer un castigo (la muerte, en todo caso), el espectador ya toma consciencia de que Dexter tiene que ser castigado. Incluso él lo piensa así. Pero está claro que ese golpe final debería venir en forma de muerte trágica. Los guionistas de la última temporada (en su infinita sabiduría) llegaron a la conclusión de que el castigo más duro que podría recibir sería el de permanecer alejado de todo aquello que ama (su hijo, su novia...) y así lo ejecutaron en un episodio final donde se refleja una oscuridad demasiado objetiva para con un personaje como Dexter. Anteriormente, a través de un fondo un tanto cómico, se trabajó con un protagonista versátil, que podía controlar sus emociones y, en ocasiones, tornarse en un ser humano. Cuando llegó la muerte de su esposa Rita, perdió el control. Él, que era todo caos, no podía más. La sangre brota de una bañera, un bebé solloza frente al cadáver del mejor ser humano que Dexter pudo haber encontrado, y su mirada, atónita, espera que aquel sea su castigo. No puede imaginarse nada peor. Los problemas consecuentes de la serie han girado alrededor de la superación de este evento. Si bien lo que le condujo a aquello fue amistarse con alguien ajeno a su vida, además de asesino en serie (Trinity, un excelente John Lightow), algo que el código de su padre no contemplaba (aunque el error es comprensible), a lo largo de las siguientes temporadas, en lugar de encerrarse en una psicopatía algo más lúcida, se abre al mundo de una forma que nunca antes había experimentado, cometiendo el mismo error temporada tras temporada.

La serie estrella del canal de pago Showtime concluye de forma tosca, sin dar lugar a las trascendentes reflexiones sobre las relaciones humanas que se dejaban caer en sus inicios. Cualquier espectador hubiese esperado una redención, una catarsis con la que Dexter dejaría este mundo, y con la que emocionaría a casi todo su público. El resultado no puede estar más lejos; Dexter sigue siendo un asesino, un psicópata que vive con la mente plagada de dilemas a los que no sabe cómo responder. Sin embargo, al auténtico seguidor de la serie no se la cuelan; este Dexter manufacturado como telenovela no es Dexter. Murió con la visión de su esposa desangrada y los llantos de su hijo en sus oídos. Ésa fue la noche, y no hay más que hablar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios