artes escénicas

Un grito para recobrar la dignidad

  • El Teatro Távora recupera 'Quejío', una obra que supuso "un antes y un después en el flamenco" y que cumple 45 años

  • El 28 de febrero se podrá ver en el Teatro Cervantes

Sin que la fuerza de la obra recayera en los diálogos, con la guitarra y el cante, la luz y la sombra, Távora y su compañía, La Cuadra de Sevilla, dejaron atónitos a los espectadores del Pequeño Teatro Magallanes, en Madrid, una tarde de febrero de 1972. Estrenaban Quejío, la carta maestra con la que se presentaba la formación,un desgarrado grito que denunciaba la opresión y reivindicaba la dignidad del hombre. Este Estudio dramático sobre cante y baile de Andalucía se rebelaba contra una región "que era una postal y ofrecía un arte contemplativo. Nuestra imagen se había desvirtuado, queríamos recobrar la austeridad, la lucha", recuerda Távora, al que había marcado su experiencia años antes en el Oratorio que había interpretado junto al Teatro Estudio Lebrijano. El creador del Cerro del Águila conocía ya los cauces por los que podía expresarse la cultura popular, a través de un flamenco "viejo, distanciado y lejano del que la dictadura promocionaba en festivales y teatros esplendorosos, tablaos y teatros para divertir", y desde esa convicción revolucionaría la dramaturgia del momento. Tras Madrid, París también se rendiría al talento y a la estética revolucionaria de Távora, una mirada vanguardista que sin embargo bebía de las raíces: con la representación en el Gran Anfiteatro de La Sorbona, el 22 de abril de 1972, comenzaría la asombrosa carrera internacional de la compañía, que ha visitado en estas décadas 34 países y asistido a 200 festivales internacionales.

Ahora, La Cuadra recupera, 45 años después de su estreno, este espectáculo mítico del teatro andaluz, que se podrá ver desde mañana hasta el día 26 en el Teatro Távora y que recalará en el Teatro Cervantes de Málaga el 28 de febrero. "Hablar de Quejío es hablar de la historia de todo este país", reconoce el director, para quien La Cuadra y Els Joglars fueron decisivos en la renovación de la escena española y demostraron "que Andalucía y Cataluña eran otra cosa. Ayudamos a hacer una Transición desde el arte".

"Nadie era consciente de la importancia política, social y cultural que tendría aquella creación", evoca Lilyane Drillon, otra figura imprescindible en la larga historia de La Cuadra. "Se dice que hay un antes y un después en el flamenco, que entonces se vendía como escaparate, se olvidaba de una tierra azotada por el analfabetismo, por la miseria. Al flamenco se le colocaba una careta alegre", prosigue Drillon. Quejío puso el arte jondo "en el contexto en el que nace el grito, y un grito no nace de la felicidad, sino de la angustia, de la pobreza. No había cantaores con la pulsera de oro, sino gente real con sus pantalones viejos".

Los cambios que se han producido en la sociedad en estas cuatro décadas provocaron que Távora y Drillon albergaran "dudas" sobre si hoy podrían encontrar al reparto idóneo para Quejío. "Los que trabajaban en aquel espectáculo eran hombres de aquella época, con su bagaje, ninguno era burgués, era gente del pueblo que había sufrido. Se trataba de ser, no de aparentar", analiza Drillon. "Hoy, con esta vida cómoda que tenemos, no sabíamos si los artistas podrían aportar esa violencia contenida. Pero la respuesta es que sí".

En el reestreno participan dos de los intérpretes del montaje original, el músico Jaime Burgos, que en las primeras funciones ejercía como sustituto del guitarrista original, y el bailaor Juan Romero, que aquí, por su edad, no se podrá marcar unos pasos pero sí tocará la flauta. Además, esta recuperación de Quejío está dedicada a José Monleón, hombre clave del teatro español y maestro de Távora, y Paco Lira, propietario de La Carbonería y años antes de La Cuadra, el local donde la compañía del mismo nombre empezó a gestar un capítulo crucial de la historia del teatro español.

La presentación de Quejío, ayer, estuvo arropada por representantes de las instituciones como el alcalde Juan Espadas, el delegado de Cultura Antonio Muñoz o el secretario de Cultura de la Junta Eduardo Tamarit, que acudieron a un teatro que estuvo a punto de cerrar hace dos años por las deudas y que hoy funciona mediante un régimen de cooperativa.

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