arte La actualidad de una obra inagotable

El grito universal

  • El 'Guernica' de Picasso celebra su 75 aniversario en plena revalorización de su categoría de icono cultural: exposiciones, libros, discos y películas recrean e interpretan el enigma

Es posible que haya tantos Guernicas como ojos posados sobre él. La obra, un mural de 3,50 por 7,80 metros realizado por Pablo Picasso entre mayo y junio de 1937 en un ático de la Rue des Grands Augustins de París, por encargo del Gobierno de la República Española para el pabellón español de la Exposición Internacional de la ciudad en el año 1937, se ha convertido en mucho más que un cuadro: una expresión universal de horror ante la guerra y un motivo de inspiración para artistas y creadores de todo tipo y, también, para quien mira. El Guernica celebra este año su 75 aniversario en una efervescencia especial en torno a él que refuerza aún más su calidad de icono: exposiciones (baste citar la espectacular Picasso en blanco y negro inaugurada el viernes en el Museo Guggenheim de Nueva York, comisariada por la que fue la primera directora del Museo Picasso Málaga, Carmen Giménez, y que reúne 118 obras realizadas por el malagueño entre 1904 y 1972; así como Encuentros con los años 30, también inaugurada esta semana en el Museo Reina Sofía de Madrid, con más de 400 obras de la época firmadas por Joan Miró, Yves Tanguy, Man Ray, Max Beckmann, Robert Delaunay, Wassily Kandinsky, Luis Buñuel, Joaquín Torres-García y Mario Sironi además del propio Picasso, entre otros muchos), libros (el catálogo de tipo ensayístico es inabarcable; en cuanto a títulos de ficción recientes, destaca la novela de Baltasar Magro La luz del Guernica, que recrea el proceso de realización del cuadro), producciones musicales (una de las más interesantes es la composición Guernica 75 del guitarrista malagueño Daniel Casares) y películas (el estreno de 33 días, en la que Carlos Saura recrea también la materialización de la obra, y en la que Antonio Banderas encarnará al artista, está previsto para 2014). Así que la fuente alienta aún a las musas. Cabe preguntarse, entonces, si hablamos de un cuadro o de algo más.

El pintor malagueño y primer director de la Fundación Picasso Casa Natal, Eugenio Chicano, define sin dudar el Guernica como "el cuadro del siglo XX" y subraya como especialmente reveladoras las modificaciones que Picasso fue introduciendo en el proceso: "Los dibujos preparatorios incluían símbolos de un evidente contenido político e ideológico: puños en alto, espigas de trigo y otras imágenes muy reproducidas en aquella época desde la izquierda. Pero cuando se pone a pintar, Picasso comprende que al tratarse de un encargo para la Exposición Internacional de París aquella obra la va a ver mucha gente. Así que decide sustituir aquellos símbolos favorables a una interpretación unilateral por otros universales. Su cuadro pregona un No a la guerra, y eso es lo que planta en París". Por esta misma razón, Picasso decide prescindir del color: "Si hubiera empleado colores la gente habría interpretado el verde como la esperanza, el rojo como la sangre, y así con todos. Él quería evitar eso. Quería que sólo se escuchara el grito, sin más connotación que el horror. Por eso optó por el blanco y negro con un poco de ocre. Era la mejor manera de favorecer una lectura directa de la obra". Como apuntó recientemente Carmen Giménez a cuenta de su exposición en Nueva York, "cuando Picasso quería decir algo importante, lo decía en blanco y negro".

Chicano, que acudió a ver el Guernica por primera vez al Casón del Buen Retiro de Madrid en compañía del poeta Luis Rosales, admite que la influencia del bombardeo de la ciudad vasca, ocurrido el 26 de abril de 1937, cuando Picasso ya andaba inmerso en el proyecto, fue determinante, pero afirma que también lo fue la huida de la Carretera de Almería que aconteció en febrero de aquel año. Frente a quienes consideran que Picasso no llegó a conocer (al menos en toda su magnitud) aquel suceso, al tratarse de un episodio concienzudamente tapado por el Gobierno de la República, Chicano considera que el artista "no sólo lo conocía, sino que lo tuvo muy presente: las imágenes de las mujeres corriendo con sus hijos en brazos, toda la impresión de movimiento que genera el cuadro, están directamente inspiradas en lo que pasó en Málaga". Que la espantá contara con testigos internacionales de la talla de Norman Bethune, Robert Capa y George Orwell juega a favor de la idea de que Picasso sí conocía bien aquella tragedia.

El profesor de Historia del Arte de la Universidad de Málaga y crítico Juan Francisco Rueda afirma que el Guernica "es propiamente un icono de todo el siglo XX, y de ahí proviene su grandeza: siendo una pintura sobre la Historia, llega a convertirse en una alegoría de la muerte, la guerra y el sacrificio humano. Hay muy pocas obras de las que se pueda decir lo mismo". Según Rueda, la propia historia del cuadro ha contribuido de manera decisiva a definir su simbología: "Las circunstancias en las que fue realizado, la negativa de Picasso a que se exhibiera en España mientras gobernara Franco y no existiera una democracia real, los años que estuvo expuesto en el Moma de Nueva York, su llegada a España un año tan caliente como 1981, hasta la reivindicación que desde algún tiempo mantiene la ciudad de Guernica y que secunda buena parte del País Vasco para que se traslade hasta allí el cuadro, no exenta de connotaciones políticas, han contribuido y contribuyen a hacer del Guernica lo que es".

No obstante, la pieza es una de esas creaciones "que trascienden lo plástico y su propia historia para convertirse en algo más. No se puede acometer una obra de Picasso desde un solo punto de vista, ni de dos. Picasso sintetiza muchos caminos y registros pero además los metaforiza, los hace muy flexibles, los usa como pretexto y hasta los intrinca, sin que sepamos dónde está el límite entre el significado privado de los símbolos y lo que realmente quiere hacer llegar a la cabeza y el corazón de quien mira". Picasso, añade rueda, "daba por concluidas sus épocas artísticas siempre mediante un proceso de sedimentación. El último cuadro de cada época recoge todos los registros y las claves de la misma de manera muy explícita. Así ocurrió con la etapa Rosa y la etapa Azul. Con el Guernica, Picasso da por finalizada la etapa que había arrancado en 1929, la que más cerca le situó del surrealismo. En el cuadro se materializan las ideas que Bataille acuñó en Historia del ojo, como el vínculo de lo biográfico y lo sexual y la reconversión de los símbolos. El caballo, que estaba presente en la obra de Picasso desde 1917, aparece en el Guernica de una forma completamente nueva. El toro, que había acompañado a Picasso desde las corridas que vio en Málaga, y que como el minotauro había adquirido en su obra anterior una poderosa connotación sexual, aquí significa algo del todo distinto. La espada que busca la herida habría significado algunos años antes un falo que busca una vagina. Pero Picasso toma todo ese código que había desarrollado hasta entonces y cambia su significado por completo, adoptando una postura próxima a la poética surrealista". Rueda concluye, en este sentido: "Picasso es su propio yacimiento arqueológico". Cuando el artista afirma que no busca, sino que encuentra, siempre encuentra en sí mismo.

Otro artista malagueño muy cercano a Picasso es el antequerano José Medina Galeote. Lo es por la utilización y reutilización de sus códigos, por su ambición sintetizadora y por la traducción a través de sus obras del impacto que en su espíritu genera lo bélico, impacto siempre debidamente documentado, con rigor histórico y con un más que amplio conocimiento adquirido. Precisamente, Medina Galeote trabaja en la actualidad en un proyecto muy vinculado al Guernica, de dimensiones también descomunales, que se encuentra aún en la travesía de sus fases iniciales. Cuando este artista habla sobre el cuadro de 1937 no puede evitar hacerlo desde la posición de testigo: "Es que el Guernica ya no es tanto una obra, ni siquiera un icono. Es un objeto. Es cierto que hay un contexto, una intrahistoria, todo eso, pero cuando voy al Reina Sofía y me quedo allí mirándolo, por más veces que lo haga, no pienso en nada de eso. Sólo me quedo así, mirando. Pero no, digamos, con ojos plásticos, sino de otra manera. No parece que haya sido pintado por un artista. No se adivina ningún autor detrás. Por eso, yo diría incluso que el Guernica ha trascendido al propio Picasso".

El grito proferido desde la primera víctima late en cada hombre. Sin colores. Sin banderas.

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