belén maya. bailaora

"Hemos hecho una broma del flamenco; el turista ve algo que no tiene nada que ver"

  • La coreógrafa, nacida en 1966, reivindica en su nuevo espectáculo, 'Romnia', a la mujer gitana en todas sus facetas

  • "La mayoría han estado ocupadas en sobrevivir", reflexiona

La bailaora se mete en la piel de una novia gitana, entre otros papeles, en su espectáculo 'Romnia'.

La bailaora se mete en la piel de una novia gitana, entre otros papeles, en su espectáculo 'Romnia'. / En Directo

Los puristas dicen de ella que no es una bailaora flamenca y, como tal, que lo que hace no es flamenco. A Belén Maya (Nueva York, 1966) se lo trae al pairo. "No es una ofensa. Yo ya sé que lo que hago no es flamenco y no me importa. Estoy orgullosa de haber creado otro tipo de lenguaje con el que emocionar a la gente", reconoce escasos minutos antes de ensayar. La bailaora española ha presentado su nuevo espectáculo -Romnia- en el Teatro de las Eras, en Laroles, con motivo del Festival Me Vuelves Lorca. En él, Maya habla de la biofilia romaní, las duquelas -las fatiguillas-, el frío histórico, el dolor y la alegría del devenir del pueblo gitano a través de las mujeres tantas veces discriminadas doblemente: mujeres gitanas que siguen sufriendo, luchando, cantando y bailando. Lo hace con una estética y unos sonidos no flamencos. El público escuchará "música gitana sin oles: los sonidos de los poderosos metales de las fanfarrias romaníes, de los violines y el cimbalón". Conforme avanza la entrevista, la artista adelanta que ya está con otro nuevo montaje, Medusa, donde también saca de sus adentros la rabia de las mujeres. "Tenemos que sacarla y reivindicarla. Es necesario", recalca. Maya también lo es.

-El punto de partida de Romnia -mujeres en romanó- es Lo real de Israel Galván, donde escenifica junto al bailaor e Isabel Bayón el asesinato sistemático de gitanos a manos del régimen nazi. ¿Ha supuesto un antes y un después en su carrera este montaje?

-Sí, fue un antes y un después porque trabajé con Israel Galván, que es para mí es un dios, mi ídolo. Fue importante. Por otro lado, el tema de los roma -los gitanos- en los campos de concentración, que es un tema que se ha tocado poco, y como lo hizo él ha sido único. Lo ha expresado de una forma muy personal, muy dramática. A partir de ahí salió la idea de hacer Romnia y de una de las piezas donde se ve a la gitana en el campo de concentración. Le pedí permiso a Israel para utilizar la misma estética que en Lo real en esa parte.

-Ha visita el Festival Me Vuelves Lorca con Romnia, otro canto a los gitanos, esta vez a las mujeres gitanas. ¿Qué tenía que decir sobre ellas que no se ha dicho todavía?

-Se ha dicho poco sobre ellas, y sobre todo desde ellas. Porque a lo mejor hay artistas que no son gitanos que intentan ponerse en su piel, pero desde el mundo gitano, desde ellos mismos, no han hablado de sí mismos. Han estado ocupados en sobrevivir. La expresión artística que más se conoce es el flamenco -el cante, el baile y el toque-, pero no tanto el teatro gitano. Hay mucho que decir desde las mismas mujeres y desde diferentes puntos de vista. No solo la que conocemos más, el estereotipo.

-¿Habla de la mujer que se sienta al lado del patriarca gitano?

-Por ejemplo. Intento que haya voces de distintas mujeres.

-Encarna a varias mujeres. ¿Cómo es cada una de ellas? ¿Es algo autobiográfico el montaje?

-No, no es autobiográfico, porque yo en mi vida personal, ni en el trabajo, no he conocido esas experiencias que intento contar, pero he intentado ser muy honesta con el público y conmigo. La mujer del campo de concentración viene de Lo real; luego está la novia, que es la que cierra el espectáculo; la que me pilla más cerca, la del circo, la artista de circo que baila por monedas; hay una mujer que sufre malos tratos. La primera, que para mí es la más cercana a mí, es el arquetipo de la diosa preflamenca, pregitana. Me he inspirado en las amazonas, en la diosa hindú Kali.

-¿Esa es la parte en la que aparece con el pecho al descubierto?

-Sí, esa es. Las amazonas se cortaban un pecho para utilizar el arco. Luego se ha hecho un arquetipo de ellas que no se corresponde con la realidad.

-El de Wonder Woman.

-[Risas]. Sí. Ellas vivían en los bosques y no necesitaban a los hombres porque lo hacían todo ellas. Se autogestionaban ellas. Cortarse un pecho para mí es un símbolo muy fuerte. Las mujeres para ser autosuficiente hoy en día tenemos que renunciar a partes de nuestra feminidad, porque si eres muy femenina o potencias partes de tu feminidad eso puede ir en contra del sector masculino.

-Se refiere a cuando se le llama a una mujer mandona cuando se dedica a hacer su trabajo...

-Exactamente. Ese arquetipo me parecía muy interesante. También me base en la patrona de los gitanos, Sara la Kali, que se parece mucho físicamente a Kali. Hay muchas conexiones con la India y la mitología. He aglutinado símbolos y música relacionada con la etnia gitana.

-¿Es una reivindicación en favor de la mujer gitana pero también era algo que le pedía el cuerpo a raíz de tantos feminicios, las noticias diarias?

-Sí. Después de Lo real pensé: "Yo tengo que seguir por aquí, seguir buscando". Me parecía muy, muy fuerte lo que tú dices de las mujeres, pero imagínate eso llevado a la Alemania nazi y cómo eso no se ha reconocido todavía. Necesitaba darle voz a la mujer, en este caso a la mujer gitana, y sacarla del estereotipo, de lo que todo el mundo piensa sobre ella. Para mí era muy importante. Solamente hago espectáculos que necesito hacer, por necesidad mía personal. No hago nada que esté de moda, por el dinero. Necesitaba hacer esto.

-"No es flamenco. No llevo guitarra, ni cante. El código que utilizo es personal", dice en una entrevista. ¿Se sufre mucho como creadora, haciendo algo de la nada?

-Quiero poner el foco ahí. No es flamenco, no utilizo vestuario flamenco, ni música flamenca reconocible. La música es de orquestas y solistas gitanos de Europa del Este. Es importante que el público sepa lo que va a ver. Es muy duro, sí, pero me mueve la necesidad de contar cosas. Para crear Romnia estuve nueve meses. Primero me puse con la música, que me la dio Joaquín López Bustamante. Me hizo una recopilación, fuimos cribando, me vi muchas películas, casi todas de Tony Gatlif, me leí varias cosas y me entrevisté con muchas mujeres gitanas. Cada espectáculo tiene un proceso distinto, dependiendo de la temática y cómo lo quieras abordar. Sabía que no quería hacer flamenco.

-¿Qué baila entonces, contemporáneo?

-Es teatro flamenco o danza-teatro flamenco. Si no lleva música flamenca, no puedes decir que es flamenco. Es una mezcla de mi flamenco personal, baile contemporáneo y teatro. Es la unión de todo eso, pero muy personal. Lo he hecho a mi manera. Me ha ayudado un actor de Sevilla.

-Utiliza ropa informal, hasta un vestido de novia. Pocos faralaes veo. ¿El baile es algo más que el envoltorio? A veces les venden otra cosa a los turistas en España.

-Es que es importante lo que dices del turismo. Tú vas a un país y quieres lo autóctono. Lo que te dan es a veces lo contrario. El vestuario va mucho más allá de cómo la gente se pueda sentir. En concreto, en España hemos hecho una broma ya del flamenco. Vienen los turistas y lo que ven no tiene nada que ver.

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