Cultura

Tan hermoso, tan útil

  • El Centro Pompidou Málaga inaugurará el 10 de mayo su muestra dedicada a Philippe Starck, con unos 4.000 dibujos y croquis que proponen un viaje al proceso creativo del genio del diseño

'Le cri de Starck'.

'Le cri de Starck'. / flo maeght / centro pompidou málaga

Por si quedaba alguna duda, la exposición inaugurada en el Centre Pompidou de París en 2003, dedicada a la obra de Philippe Starck (París, 1949), afirmó de manera meridiana la consideración que podemos hacer del diseño industrial en cuanto actividad artística: en esencia, la que a cada cual le apetezca. Eso sí, más allá de la búsqueda de una posible connotación de opus en las piezas perfiladas por el genio, seguramente su verdadera categoría artística procede, por un lado, de un proceso creativo abrumador, inabarcable y extendido en una red de ideas de incontestable influencia en el último siglo; y por otro, quién lo iba a decir, de su obsesión por la utilidad, de la certeza de que la creación artística no sólo no es contraria a la calidad de su empleo sino que, más aún, puede llegar a ser directamente proporcional a la misma. Si hace sólo unos días, en La Noche de los Libros celebrada en La Térmica, el escritor italiano Nuccio Ordine defendía el valor de lo inútil y afirmaba la supremacía de un poema de Kavafis sobre una herramienta cualquiera, Philippe Starck viene demostrando desde que abriera en 1979 su estudio Ubik que ambas esferas no tienen por qué ser incompatibles. La producción de este diseñador francés se ha materializado en más de diez mil objetos que atraviesan todos los órdenes de la utilidad, lo mismo cacharros de cocina que muebles, motos, teléfonos móviles, gafas, complementos o edificios, elevando el objeto a una categoría intelectual siempre bajo la premisa de una puesta al servicio del usuario; de modo que seguramente cualquiera lleva encima o guarda en su casa algún elemento diseñado por Starck o inspirado en sus formas. Y sí, no es difícil advertir la virtud del poema en un exprimidor o en un sofá. Ahora, el Centro Pompidou Málaga toma el relevo de su madre parisina e inaugurará el próximo 10 de mayo su exposición Starck. Dibujos secretos, una propuesta que podrá visitarse hasta el 17 de septiembre y que reunirá unos 4.000 croquis y bocetos del figura, relativos a proyectos de muy diverso calado, para facilitar la inmersión activa en un proceso creativo descomunal.

Según reza la documentación de la muestra, la misma reunirá también algunos de los objetos de diseño más icónicos de Starck, como el exprimidor arácnido Juicy Salif (que pueden ver bajo estas líneas y que conquistó las cocinas de medio planeta tras su puesta en circulación en 1989) o el proyecto de arquitectura de la Maison Heler que en los próximos meses se inaugurará en el Centre Pompidou de Metz. Precisamente, la arquitectura es una de las tareas a las que Starck ha dedicado más atención y esfuerzo desde los años 80 (su firma está presenta en espacios como el Café Costes también en París, el Café Manin en Tokio, el Hotel Royalton en Nueva York y hasta la residencia presidencial del Palacio del Elíseo, que renovó por encargo de François Miterrand), un tanto a modo de proyección de lo ya logrado en el diseño de objetos pero también por la posibilidad brindada de ampliar su argumentario filosófico. Cuando inauguró el café literario ZA en París el año pasado, Starck escribió en la fundamentación del proyecto: "El movimiento lo es todo. Nada es estático, nada se queda quieto. A su manera, cada elemento del universo se traslada de manera constante, y eso nos incluye a todos nosotros. Moverse por el sólo hecho de moverse es algo inútil. Pero moverse para mover ideas, para conocer nuevos amigos y para crear las energías vitales que todos necesitamos es lo mejor que podemos hacer. Actualmente, miles de cerebros en todo el mundo piensan en estas energías y las crean. El movimiento humano y urbano se está reinventando completamente". Si algo ha preocupado a Starck desde siempre son las mutaciones del mundo contemporáneo, la certeza de que los usos y costumbres cambian a una velocidad cada vez más acelerada. La enorme cantidad de su producción, así como su empeño en crear cosas útiles, obedecen a este pensamiento: su intención no es tanto estar siempre a la moda como ofrecer al usuario lo que necesita en cada momento. Se desprende de aquí la convicción de que el diseño es un arte efímero: una vez contrastadas estas mutaciones, sólo podemos admitir que lo que hoy sirve mañana no servirá. Starck se muestra dispuesto a no quedarse atrás y a aportar los instrumentos que podemos emplear hoy. Y es este pulso al presente, lanzado a través de la creación, donde su obra adquiere una rotunda categoría artística, sin paliativos. Philippe Starck se define a sí mismo como un "utopista naïf" que, precisamente, cree en la posibilidad de cambiar el mundo a través de sus elementos perecederos, consciente de que los objetos atesoran una proyección de lo humano en igualdad de condiciones respecto a la obra de arte. El objetivo de la exposición Starck. Dibujos secretos es, en este sentido, ir más allá y abrir las puertas del inconsciente de la creación: revelar la umbría exacta en la que es el objeto el que manifiesta la razón por la que fue creado. Por la que es.

El trabajo de Starck como arquitecto ha dejado otros emblemas como los interiores del night club parisino La Main Bleu (con el que ganó gran notoriedad en 1974), el Starck Club de Dallas (1982), el Salón Coppola de Milán (1992), el Museo de Groningen (1993) y la Escuela Nacional de Artes Decorativas de París (1998). En España se ha prodigado un tanto en la última década, con intervenciones como el restaurante Ramses en Madrid (2007) y la reforma de La Alhóndiga en Bilbao (2010). Las mismas dosis de talento hay, eso sí, en la silla Lola Mundo (1986), la lámpara Ara (1988), el biombo Le paravent de l'autre (1992) y televisor Jim Nature (1994). Bellos y útiles.

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