Cultura

Más jóvenes que promesas

Teatro Cervantes. 7 de abril. Director artístico: Wes Chapman. Repertorio: Interplay con música de Morton Gould y Amercian Concertette: Pavlovsk , música de Karen Lefrak; Allegro Brillante con música de Tchaikovsky; Ballo Per Sei, con música de Vivaldi; Stars and Stripes con música de Balanchine; Continuo con música de Johann Pachelbel; y A taste of Sweet Velvet con el segundo movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven. Aforo: lleno (unas mil personas).

Que un espectáculo de danza abarrote el Cervantes no suele ser usual. La excepción del pasado jueves pudo tener su explicación en el marchamo de calidad que se le presupone a una compañía como el American Ballet Theatre. En este caso se trataba de la ramificación novel, es decir, bailarines de entre 16 y 19 años llamados a ser el relevo de la prestigiosa formación. Quizás por eso uno esperaba mayor calidad artística en las siete propuestas que, con mayor o menor acierto quisieron demostrar al respetable -con mucho estudiante de conservatorio en el aforo- que la base técnica está aprendida.

Pero la danza no es ejecutar con precisión los Jetés, requiere de una interpretación mínima, sin la cual el montaje se reduce a una mera expresión corporal. De ahí que la rigidez en rostros y brazos de ellos y ellas jugara en contra de unas coreografías demasiado simples para las expectativas depositadas en ellas. Pero América es América y sus barras y estrellas traspasan las artes escénicas. De ahí que las dos piezas con música de Balanchine fueran las más ovacionadas por su espectacularidad, mientras que los solos y pas de deux evidenciasen falta de convencimiento en el relato. Y si encima uno escucha cómo la Novena Sinfonía de Beethoven se estira y encoge por mor de la coreografía, el aplauso final se podría quedar también en una promesa.

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