Cultura

Los juegos del diablo en la oficina

Algunos de los rasgos que distinguen a Lucifer son que siempre miente y que le gusta jugar con los hombres; en Bienvenido a Farewell-Gutmann, además, lleva corbata roja y es un importante ejecutivo de una poderosa multinacional. No es la primera ocasión en la que el ángel caído se pasea en celuloide por el duro mundo de los negocios: con el rostro de Al Pacino ya ejerció de abogado (y mal, por cierto), por poner un ejemplo. Pero en el drama teatral de Xavi Puebla lo hace de estrangis y fatal, la verdad. Un problema, Xavier Puebla no termina de reconocer que uno de sus personajes sea el Belcebú. En fin.

Con una estructura repetitiva y previsible, supuestamente dialéctica, Bienvenido a Farewell-Gutmann, falla en casi todo lo que plantea, ya sea en lo dramático -a dureza en ambiente oficinil queda lejos de la opresiva Glengarry Glen Ross- o en lo cómico -ni se acerca a la cruel hilaridad de la serie británica The office-. De nuevo, el lenguaje cinematográfico es un tartamudeo ajado: plano, contraplano, detalle.

Bienvenido a Farewell-Gutmann, no funcionaría ni en teatro, donde quizá tuviese más sentido que sólo siete personajes se muevan en el vacío.

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