Cultura

¡Están locos estos de Hachette!

  • Uderzo, el creador y dibujante de Astérix, autoriza a la editorial Hachette Livre a que sigan publicando nuevas aventuras del popular personaje una vez él haya fallecido

En el reciente álbum Astérix visto por sus amigos, una constelación de estrellas del firmamento del cómic (compuesta por nombres tan dispares como Manara o Forges) ofrecía su versión del famoso galo creado por el guionista René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo allá por 1959. Lo que nadie suponía al leer el cómic es que puede que esa no fuera la última vez que disfrutara de las aventuras de Astérix dibujadas por otras manos que no fueran las de Uderzo.

Tras el fallecimiento de René Goscinny, en 1977, el futuro de Astérix se perfilaba bastante oscuro. George Dargaud, editor de la serie, dijo en el entierro del escritor una frase lapidaria: "Goscinny ha muerto, Astérix ha muerto". Sin embargo, Uderzo se hizo con las riendas de la saga y se encargó de seguir escribiendo él mismo nuevos álbumes del personaje. El artista se encargó de demostrar a Dargaud que se equivocaba: Astérix no sólo no había muerto, sino que comenzó a estar más vivo que nunca. Desde 1979, las ventas de sus cómics no pararon de subir, y no sólo en Francia, sino en todo el mundo. El punto culminante del ascenso definitivo del personaje a la esfera de la cultura popular llegó en 1999 con el estreno de la primera película en imagen real, Astérix y Obélix contra César (posteriormente se realizarían dos secuelas más) y con la inauguración del Parque Astérix, la orgullosa respuesta francesa a la afrenta de EuroDisney.

Durante ese período, Uderzo comenzó junto a la hija de Goscinny, Anne, una dura batalla legal contra Dargaud por la recuperación de los derechos (y los millones de francos) que le correspondían como creador del personaje. Finalmente, en 1998, un tribunal falla a su favor y ambos crean la editorial Albert René, que se convertiría en la gestora de los derechos de explotación de Astérix. El actual anuncio de Hachette de la adquisición de un importante porcentaje de los mismos, abre un nuevo horizonte para el pequeño galo: nuevos artistas podrían encargarse de dibujar a Astérix tras el fallecimiento de Uderzo.

Uno de los males endémicos del mundo del cómic es la gestión de los derechos de propiedad de los personajes y los royalties generados por estos. Joe Siegel y Joe Shuster nunca pudieron disfrutar de la inmensa cantidad de dinero que terminó generando su más famosa creación, Superman, que era propiedad de la editorial. El mecanismo propio de la industria americana llega al extremo de que la labor de un artista sobre su creación puede ser interrumpida y entregada a un tercero por designio editorial -es algo no sólo posible sino bastante habitual-. Esta manera de entender el cómic no es muy popular en Europa o Japón, dónde se suele respetar el binomio formado por creador y personaje. Sin embargo, las editoriales sí se reservan la labor de continuar la edición de nuevas series con los mismos personajes tras la muerte de sus padres. Desde Blake y Mortimer, a Spirou (dibujada actualmente por un español), los casos son frecuentes. En nuestro país, Zipi y Zape continúan actualmente sus correrías, bastantes años después del fallecimiento de Escobar.

La legitimidad o no de estas actuaciones es objeto constante de discusión dentro y fuera de los tribunales, pero cómo bien decía Will Eisner, un dibujante de cómics no puede permitirse el lujo de no saber redactar un contrato. De lo que parece que ahora no cabe ninguna duda, es que dentro de unos años habrá que volver a redactar la máxima de Dargaud: "Goscinny ha muerto, Uderzo ha muerto… ¡viva Astérix!".

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