Personajes con sabor

Antonio Montiel: La luz pintada

  • Este primer capítulo con el que se inicia esta serie de Personajes con Sabor he querido que fuera especial, de ahí este encuentro con quien lleva la vida pintada en sus genes

He querido que este primer capítulo sea muy especial. Un encuentro con alguien que lleva la vida pintada en sus genes, y que él sustancia sobre sus lienzos desde que tiene uso de razón: Antonio Montiel, el pintor que plasma el alma.

El RESTAURANTE

Para este encuentro he seleccionado un lugar muy cercano a ese mar que él tanto ama: el restaurante El Palmeral, situado en el Palmeral de las Sorpresas del muelle dos del puerto de Málaga, magníficamente gobernado por Pepe Porras, como experto capitán que maneja su barco.

Para recibirnos el día amanece algo fresco y luminoso, como viene sucediendo durante todo el invierno en nuestra ciudad. Desde la mesa que ocupamos se puede divisar la luz que refleja el sol sobre la lámina azul del mar. Todo un espectáculo que por momentos nos embelesa y nos hace dejarnos llevar por el entorno. Es como estar sentado, flotando, en medio del mar. Tendremos que concentrarnos en nuestra conversación y evitar que nuestros ojos se dirijan una y otra vez sobre la exclusiva imagen marítima que tenemos delante.

EL INVITADO

Llega mi amigo Antonio desde nuestro querido pueblo de Almogía, donde tiene casa, y se escapa cada vez que puede cuando viene de Madrid, algo que él procura que ocurra el mayor número de veces posibles. Lo de Almogia en estas fechas es circunstancial, pero las obras en su casa de la céntrica calle Duque de Rivas le han obligado al traslado. "Así me quito del bullicio de la ciudad ", comenta mientras nos habla de las excelencias de su casa y su magnífica situación: "Ni petaladas que lanzamos cada año al paso de los tronos en Semana Santa". Cada vez que Antonio menciona Málaga, o surge cualquier comentario sobre nuestras tradiciones, no puede evitar que una sonrisa luminosa aflore en su cara, y es que Antonio Montiel es un malagueño de a pie a pesar de llevar en Madrid desde los 22 años a donde se trasladó para hacer el servicio militar. Pero ese es otro tema.

Antonio me hablaba de los diversos lugares en los que ha vivido por periodos relativamente largos de tiempo, ya que si se tratase de nombrar todos en los que ha estado, la lista sería como para completar un atlas. De los muchísimo años, más de media vida, pasados en Madrid, se queda con la agitada vida de los años ochenta. Del encuentro con los amigos; las noches de teatro y de vida bulliciosa… "Pero Madrid ya no es el que era", decía en tono un tanto triste mientras no dejaba de mirar, con esa mirada suya tan especial y escrutadora, al mar que nos envolvía. "Ahora todo está como más muerto. Málaga, por ejemplo, tiene hoy en día mucha más actividad que la capital de España. En serio. En Madrid falta la ilusión, el entusiasmo desbordante que hoy se vive en Málaga. Aquí tenemos mucha vida social". Y le doy la razón a Antonio, porque nuestra ciudad vive un momento dulce de dinamismo. Para disfrute de propios y extraños. Personas como Antonio Montiel, que viven fuera y vuelven de cuando en cuando, son los mejores testigos de nuestra evolución. Mas de dos años estuvo en México; largas temporadas en Estados Unidos de las que le quedó entre otras cosas, el recuerdo inolvidable de Bárbara Bush, entonces primera dama de los Estados Unidos. "Esa señora se comportaba como una ama de casa cualquiera. Todo sencillez. Todo en ella era muy cercano, muy pueblerino. Me encantó".

LA COMIDA

Y mientras charlábamos de su admiración absoluta, se podría decir que casi devoción desde la infancia, por Marisol, nuestra Pepa Flores, unos platos de entrantes ordenados por Dioni -siempre al pie del cañón- , para abrir boca mientras nos decidíamos a mirar la cuidada carta, ocuparon la mesa. Magnifico jamón ibérico de Vejer y quesos de oveja, acompañados por un no menos magnifico vino Excellens blanco del Marques de Cáceres. Seguramente ayudados por el vino que nos abrió el apetito para degustar platos mayores, y antes de decidirnos, fuimos sorprendidos por en excelente tartar de salmón con caviar rojo. De diez. Una explosión de sabor.

Una paletilla de cordero lechal al estilo del Palmeral y un magnifico pez espada fueron los platos que nos ayudaron a saciar el apetito, que, ahora sí, entre la conversación y los entrantes, era notorio. Y ya que el resultado del vino blanco fue extraordinario, nos animamos a pedir un tinto para acompañar nuestros platos. De nuevo Excellens, pero en esta ocasión tinto, nos acompañaron durante la comida. Una acertada elección que nos llevó a disfrutar de nuestros elaborados platos.

Pero volviendo a Marisol, con tres años Antonio se quedó prendado de una foto de ella que aparecía en una revista que andaba por su casa. Aquello le quedó fijado - aún hoy persiste ese sentimiento - y con catorce años, Antonio dibuja por primera vez a Pepa Flores. Había cumplido su gran sueño. Luego serían muchas otros encuentros y el descubrimiento de una amistad para toda la vida. No pude contener la tentación de preguntarle si tenía algún sueño por cumplir. Es cierto que una persona que ha vivido todo lo que Antonio Montiel, es difícil que aún tenga sueños por cumplir, pero aún así mi pregunta era obligada. Su respuesta no pudo ser más contundente: "Solo quiero estar bien conmigo mismo. Lo demás me da igual. No tengo ningún sueño por cumplir. No aguanto más tonterías en la vida. He sido un luchador durante toda mi vida y eso me ha ayudado a cumplir mis sueños y los objetivos que me ha marcado. Cuando era pequeño, mientras mis amigos jugaban al fútbol y se daban de cabezazos jugando, yo me preguntaba por cosas de la vida…"

Ante este tipo de reflexiones de una persona del reconocimiento internacional; de la calidad artística y sobre todo humana demostrada por Antonio Montiel - siempre está dispuesto a colaborar con todo tipo de organizaciones humanitarias - uno no tiene más remedio que admirarlo aún más.

Para finalizar tan magnifica comida, degustamos un postre cuyo nombre ya invita a tomarlo: Pecado de chocolate. No se lo pierdan.

Aún me quedó tiempo para preguntarle por sus proyectos más inmediatos. "Estoy pintando un cuadro, el primero que se le hace, al rey Alfonso VI". No es nada extraño que sea él el encargado de hacerlo.

Y así discurrió este encuentro con Antonio Montiel, el pintor que plasma el alma. Para honra de los malagueños. Gracias maestro.

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