Cultura

Una máquina para 'cortar' el cine

  • El Palacio de Congresos de Torremolinos aún conserva este artilugio de la censura

Un simple beso entre dos actores no tenía cabida en las películas que se proyectaban durante el franquismo, que la censura se encargaba de cortar con máquinas como la que, tras más de 30 años de democracia, aún se conserva en el sótano del Palacio de Congresos de la Costa del Sol.

Las imágenes prohibidas llegaban, por lo general, cortadas desde Madrid, pero era trabajo de los inspectores del Ministerio de Información comprobar que se habían eliminado todas las escenas requeridas, que seguían las directrices y que el metraje de la película era el autorizado por los censores de la dictadura.

De sus más de veinte años como inspector en Málaga, Francisco Mena recuerda que las trabas que imponía la censura se suplían con mucho ingenio y mediante el uso del doble sentido, tanto en el cine como en la música y en el teatro, lo que ayudaba a los autores a "transmitir, con límites, lo que querían", explicó. Como las películas se visionaban antes de su proyección al público para intervenir en caso necesario, la celebración, a partir de 1969, del Festival de Cine de Autor de Benalmádena propició que se enviara un equipo técnico a Málaga por si había que cortar fotogramas.

Voluminoso y pesado, hoy este olvidado equipo permanece en un pasillo del sótano del Palacio de Congresos y Exposiciones de la Costa del Sol, en Torremolinos, el mismo lugar en el que, a medida que se suavizó el control de la censura, quedó en desuso. Pero el filtro censor no abarcaba sólo el contenido cinematográfico, sino que los inspectores también vigilaban la picaresca de los cines, que se saltaban el nodo y acortaban las películas para así poder ofrecer más sesiones.

Y para evitar que se colaran menores en las salas, una vez comenzada la película los inspectores entraban a oscuras y se colocaban de espaldas a la pantalla, que iluminaba las caras, lo que permitía expulsar a los espectadores infractores, rememoró Mena.

Con el paso de los años y el auge turístico de esta zona, el control aminoró, pero aún sorprende que las tijeras censoras permitieran proyectar en su totalidad la película japonesa El imperio de los sentidos (1976), de Nagisa Oshima, con escenas de contenido sexual explícito. Todavía se recuerdan las largas colas para ver este filme, que se proyectó simultáneamente en tres salas del Palacio de Congresos de Torremolinos.

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