Cultura

En la mejor tradición de la comedia

Teatro Echegaray. Fecha: 15 de diciembre. Compañía: Vil Teatro. Texto y dirección: Ery Nízar. Reparto: Laura Vil y José Vera. Aforo: Más de 200 personas (casi lleno).

¿Cuántas comedias representadas en los últimos años, desde el más consabido repertorio hasta las más presuntas singularidades, se han confesado nostálgicamente deudoras de la gran comedia española de los años 50? ¿Cuántas lo eran realmente? Convertida en almacén de estrellas televisivas, la comedia teatral es hoy, por lo general, un género autocomplaciente, cobarde, monótono y procurador de escaso honor hacia los padres a los que apela. Pero entre tanta pose y tantos incapaces haciendo monólogos porque alguien les dijo una vez que son graciosos, resulta que una compañía malagueña, Vil Teatro, sale a escena para recordar, por fin, que existe una tradición de la comedia española por la que nuestro teatro fue admirado en medio mundo. Su director, Ery Nízar, presentó recientemente 1 de septiembre como una mirada llena de admiración a Wilder y Berlanga; ellos están, desde luego, pero también Mihura y Jardiel Poncela. El resultado es, además de endiabladamente divertido, continuador de esa tradición en términos tan absolutamente contemporáneos como respetuosos. Una reivindicación de la (buena) comedia necesaria, eficaz y libre.

Desde la escenografía evocadora y remitente a la época dorada de los tebeos de Bruguera hasta la notable química que respiran Laura Vil y José Vera (los dos bordan una interpretación depurada, precisa, pródiga en registros y dispuesta a hacer parecer fácil lo difícil), 1 de septiembre es una propuesta tan honesta como merecedora de todos los éxitos. En su estreno del jueves sólo se le pudo achacar algunos déficits en cuestión de ritmo, que seguro serán solventados en futuras funciones. El sello inconfundible de Ery Nízar brilla con fuerza en el frenético homenaje a los cómicos y en perlas imprescindibles como la del gas Lorca (hacía tiempo que no me reía tanto), los caprichos infantiles y las mil y una referencias al imaginario popular. Pero es esta voz propia, desmadrada a veces, contenida otras, la que mejor conecta esta obra con Mihura, Jardiel y Azcona, que podían llegar a ser igual de locos y sabios. Qué buen estreno. Queremos más.

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