fernando francés. director del cac málaga y Miembro de la Orden del Imperio Británico

"La suma de todos los museos hace ciudad, sería muy positivo no perder la identidad"

  • El gestor cultural habla de la revolución que el centro ha supuesto para Málaga, que partía de un escaso bagaje artístico. "La ciudad de los museos no sería posible sin el éxito del CAC", sostiene

Fernando Francés, ayer, en el Centro de Arte Contemporáneo junto a los carteles de Peter Doig.

Fernando Francés, ayer, en el Centro de Arte Contemporáneo junto a los carteles de Peter Doig. / marilú báez

El de ayer fue un día de entrevistas para Fernando Francés. Hoy recoge su reconocimiento como miembro de la Orden del Imperio Británico y tocaba hacer balance de una gestión de 14 años en beneficio de la difusión del arte contemporáneo.

-¿Qué supone ser Miembro de la Orden del Imperio Británico?

-Estoy muy agradecido con que desde tan lejos alguien se haya dado cuenta del trabajo que hacemos aquí. A veces, que desde fuera te reconozcan hace que los que están más cerca abran los ojos y se den cuenta. Esto pone el valor el trabajo realizado muy silenciosamente durante tantos años, en los que hemos tenido, además, una atención muy privilegiada al arte británico.

-¿Qué le llevó a fijarse en el arte británico?

-Durante los 80 y 2000 ha sido un referente internacional, una forma de afrontar las enfermedades del mundo de una manera muy directa, descarnada, desacralizada y con un nivel de provocación para remover las tripas y las conciencias de los espectadores muy singular. Esa forma de atajar los problemas del mundo a través del arte es la forma que más me conmueve.

-Lleva 14 años dirigiendo el CAC. ¿Qué ha significado este tiempo para usted?

-Ha supuesto un cambio vital, una transformación en mi vida. Antes hacía un trabajo muy disperso y centrarme en algo tan específico ha cambiado mi forma de ver el mundo. Implicarme con este proyecto artístico me ha permitido relativizar las cosas, me ha ayudado a ser más tolerante incluso con la discrepancia, a ser firme, a tener un posicionamiento. Me ha obligado a abandonar mochilas y coger cargas nuevas.

-¿Y qué ha ganado Málaga con este centro?

-Hoy se habla de la Ciudad de los Museos, pero eso no sería posible sin el éxito del CAC. Y el éxito del CAC no viene dado por un nombre, una marca o un efecto turístico, sino por el trabajo con los ciudadanos. Es el museo más implicado y mejor aceptado por los malagueños. Tenemos un 61% de visitantes locales, el siguiente tiene en torno al 35%. No somos un museo que hace las cosas con un objetivo de imagen, económico o turístico, sino que tiene una función social y educativa. Hemos tenido 300.000 asistentes atendidos en el departamento pedagógico, más estudiantes y niños que todos los visitantes que ha tenido algún museo en estos años. Esa vocación de implicación en la sociedad, de cambio en las estructuras sociales y educativas desde el agente museo ha conseguido que, donde se partía de muy poco bagaje cultural y artístico, la gente ha aceptado al CAC como un museo propio. Es el museo de arte contemporáneo de España más aceptado por los ciudadanos. En Facebook nos dan la máxima puntuación de los museos del mundo, por encima de la Tate, del Prado o del Moma.

-¿Qué está pasando con el malagueño y el CAC?

-Pues que ha convertido la visita recurrente al centro como parte de su vida de ocio y cultura con naturalidad. En otras ciudades da pudor entrar en un museo de arte contemporáneo y aquí los malagueños han entendido que pueden entrar sin cortarse y, de pronto, vienen más de 70.000 a ver la exposición de Mark Ryden. ¿A ver en qué ciudad de medio millón de habitantes va una sexta parte de la población a ver una exposición de arte contemporáneo? Eso no ocurre en ninguna ciudad del mundo. Es como si fuesen nueve millones de neoyorquinos a una muestra del Moma.

-Ha sido toda una evolución...

-Por supuesto. Lo que hemos evolucionado en 14 años, lo que el CAC ha conseguido es muy superior a lo que ha hecho cualquier otro museo, yo diría que es equivalente a la suma del resto.

-El año que viene hay concurso nuevo para la gestión del CAC, ¿qué planes de futuro tiene?

-Mi empresa volverá a presentarse al concurso. En este momento ninguna empresa del mundo tiene tanto conocimiento del CAC como nosotros y, probablemente, tampoco ninguna tenga el bagaje de aplicación en la ciudad de Málaga de arte contemporáneo internacional con la solvencia que hemos ofrecido nosotros. Ahora estoy recogiendo los frutos de estos 14 años. Si ahora tuviéramos las exposiciones de los primeros años, de Gerhard Richter por ejemplo, tendríamos 80.000 visitantes cuando entonces tuvimos 15.000, porque la gente no sabía la importancia de tenerlo. Pero es que el pintor vivo más importante del mundo vino en el segundo año del museo y ni el Reina Sofía ni el Macba habían conseguido la exposición. También tiene mérito traer a Peter Doig, uno de los diez artistas más solicitados y de los que más rechaza hacer exposiciones y, sin embargo, optó por exponer aquí. Algo está pasando en el mundo del arte con el CAC Málaga y nuestra gestión y no voy a tirar por la borda eso. En este momento hay un consenso generalizado sobre la calidad del CAC, que no hay que explicarlo si quiera.

-¿Está el centro en una fase en la que los artistas llegan a él?

-Al principio para cada exposición tenía que hacer un viaje, varias entrevistas con el artista y sus representantes para conseguir una exposición porque nadie conocía el CAC Málaga. Hoy en día tengo que rechazar propuestas. Y no es chulería, es que tenemos la capacidad para llegar casi al artista que queramos. Nos han ofrecido muestras de Kiefer, Richard Serra, Murakami... Otra cosa es que con el presupuesto que tenemos no podamos afrontar determinados proyectos. Esto que está pasando en Málaga es insólito.

-¿Y cómo se hace eso con tres millones de presupuesto?

-Los últimos dos directores del Pompidou me han interrogado sobre el aspecto económico porque no se explican cómo hacemos lo que hacemos con tres millones. Tenemos un tercio del presupuesto de la agencia de museos del Ayuntamiento y hacemos más exposiciones que los tres museos juntos, todas de producción propia, el 90% de arte internacional. Pero no voy a desvelar el secreto.

-¿Qué falta para ajustarse a la etiqueta de ciudad de museos?

-En el ámbito de los museos lo que creo que le falta es un museo de Ciencias Naturales o Ciencia y Tecnología. Para una ciudad con una vocación transformadora, pedagógica y educativa sería muy útil tener uno de envergadura. Pero lo que realmente le falta a la ciudad no son más museos, incluso podría cerrar alguno que igual no cumple las expectativas. Le falta apostar por la música. El gran reto futuro es una apuesta decidida por la música para ser una capital cultural de magnitud europea.

-¿Qué le parecen las nuevas incorporaciones museísticas?

-La suma de todos los museos hace ciudad. Sería muy deseable y positivo que hubiera mayor coordinación entre los directores de los museos y también que ninguno perdiese su identidad, que se ciñese a los objetos de su identidad. Quizás el que está siendo más fiel a sus principios es el Museo Ruso. Si perdemos la identidad el valor del complemento se pierde y entra el de la competencia, en algunos casos desleal. Un museo sin personalidad es un centro cultural, pero para eso ya está La Térmica y es inmejorable. Creo que el trabajo que hace el Museo Ruso es muy serio, quizás se debería de dedicar más a exposiciones que a la música, pero al margen de esa pequeña crítica está siendo fiel a sus planteamientos.

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