Cultura

Una oportunidad para seguir aprendiendo

Concierto nº 8. Teatro Cervantes. Programa: 'Sinfonía de los juguetes' de L. Mozart, 'La historia de Babar, el pequeño elefante' de F. Poulenc, 'El aprendiz de brujo' de P. Dukas y 'Guía de orquesta para jóvenes' de B. Britten. Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Narradora: Esther de Lorenzo. Director: Arturo Díez Boscovich. Aforo: Tres cuartas partes del total.

La senda histórica de presentar conciertos de afán didáctico no es algo nuevo. En nuestra memoria quedan importantes batutas que contribuyeron a la causa y desarrollaron un amplio espectro de educación de los públicos asiduos a la degustación de la música clásica. Tal vez en el sentido de romper brechas con falsos elitismos y acercar la música al público interesado en conocerla, rememoro la figura del británico Sir Malcolm Sargent y su trabajo desempeñado en el contexto de la BBC a mediados de la pasada centuria. Un labor que le llevó a potenciar, entre otras piezas, la conocida Guía de orquesta para jóvenes del también inglés Benjamin Britten, y que anoche salió a escena de manos de los maestros de la Orquesta Filarmónica de Málaga.

Pienso que hubo equilibrio en la concepción pedagógica del concierto; con una primera parte muy didáctica (nunca se sabe si conveniente o no para un programa de abono), aunque siempre destacable para acercarse a las sonoridades de autores tan interesantes como Poulenc. Por ello, tras un Leopoldo Mozart correcto y en inteligente reducción de efectivos, las peculiares compositivas y tímbricas de La historia de Babar, el pequeño elefante dejaron vía libre a lo que realmente cada uno quiera aprender. Con intervenciones solísticas certeras por parte de Sestakova, es digno de reseña el importante papel que mantuvieron los metales.

La segunda parte brilló. Presentada de memoria por parte del malagueño Díez Boscovich, nuestra joven batuta desplegó mucho de esa riqueza y sensibilidad interior que posee, donde su versión de El aprendiz de brujo dejó gran parte del notable trabajo que está desarrollando en los últimos tiempos junto a la OFM.

Finalmente llegó Britten. Su Guía vino a complementar este programa de eminente enfoque didáctico, y que sirvió igualmente para comprobar el estado de salud de la propia agrupación. Y aunque se echó en falta, por aquello de seguir aprendiendo, un comentario más exhaustivo sobre los distintos instrumentos que intervienen (con una reseña más amplia en las notas al programa sobre el desarrollo de las distintas variaciones no hace falta la sempiterna figura del narrador), el propio discurrir fue muy bueno, proporcionando bellos momentos como la fuga y contrarrestando, inclusive, los titubeos iniciales en la parte de los contrabajos.

Uno de los momentos que personalmente destaco es el final de la pieza del inglés. Es uno de los momentos de mayor complejidad y Arturo Díez lo desarrolló con holgura, centrando su atención sobre los violines. Enhorabuena.

Final apoteósico y el deseo de seguir viendo evolucionar a Díez Boscovich es su magnífica progresión ascendente; pero ya en repertorios alejados de lo didáctico, planteamiento que ha demostrado y demuestra que domina.

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