Cultura

El partido del futuro: todos ganan

  • Un torneo de fútbol sala forma equipos integrados por jugadores de distinta confesión religiosa

Un torneo de fútbol que puede sentar las bases de un futuro más libre. El polideportivo Arroyo de la Miel acogió ayer un evento sin precedentes en la provincia y con dos objetivos: fomentar la tolerancia y la convivencia.

Cuatro equipos formados por judíos, musulmanes chiíes y suníes (de Marruecos, Líbano o el África subsahariana), evangélicos, católicos, seguidores de Buda, hindúes, ateos o agnósticos, chicos y chicas se enfrentaron entre sí en un torneo sin ganadores ni vencidos. Musulmanes jugando codo con codo con judíos o católicos, vitoreándose y abrazándose con cada gol. Ayer, todos ganaron.

En las gradas, un grupo de jóvenes jugadores aplaude las mejores jugadas. No se conocían hasta ayer, pero están disfrutando juntos del torneo. En el grupo se encuentran Fernando, católico; Mohamed e Ismael, musulmanes suníes; Jay, hindú; José, seguidor de Buda; Rubén, judío, y Rida, musulmán chií del Líbano. Todos coinciden en las ventajas de la iniciativa, aunque son muy jóvenes y admiten no haber vivido nunca ningún enfrentamiento por su condición religiosa. Rida es estudiante de Telecomunicaciones y vive en Málaga desde hace cuatro años. Explica que nunca ha tenido problemas, aunque matiza que también los evita. Le ha gustado participar en el torneo porque "estas cosas te acercan a otras culturas y puedes hacer nuevos amigos, si son de otras religiones, mejor".

Detrás de la iniciativa, que ha conseguido movilizar en torno al fútbol sala a 40 personas de distinta confesión religiosa, se encuentra el profesor de Secundaria y Bachillerato del colegio Maravillas de Benalmádena, Ángel Andrés Jiménez, que imparte las asignaturas de Lengua, Literatura e Historia de las Religiones. Ángel, que se considera cristiano, también es árbitro profesional (no permite que se lancen insultos en sus partidos) y un amante incondicional de todas las religiones: "Yo soy católico pero con el paso de los años he descubierto que la riqueza que hay en las demás es maravillosa", dice.

Ocho meses ha empleado en contactar con los 40 jugadores, a través de amigos y poniéndose en contacto con las distintas comunidades religiosas. Una tarea complicada y paciente que, para él, sin duda ha merecido la pena. "Seamos creyentes o no creyentes, no cabe duda de que nos une mucho más de lo que nos separa y me duele mucho que haya gente que se enfrente y ponga la religión como excusa, cuando la violencia es lo que más viola el espíritu de la religión".

Todos los participantes en el torneo secundaron el manifiesto leído por Eva y Tamara: "Un sí a la libertad, a la paz, a la convivencia, a la solidaridad, al cumplimiento de los objetivos del milenio (fijados por las Naciones Unidas) y a un deporte limpio; y un no a la violencia, ya sea en el deporte, violencia de género o violencia en nombre de cualquier religión...".

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