Cultura

La poesía nos hizo

  • Felipe Benítez Reyes y Luis García Montero recogen apuntes gráficos y literarios de sus cuarenta años de relación en 'Amistad a lo largo'

La amistad entre Felipe Benítez Reyes y Luis García Montero podría soplar las cuarenta velas. Se dice pronto. Merece, desde luego, esa evocación a Gil de Biedma que agrupa parte de su testimonio bajo el título Amistad a lo largo: un proyecto, editado por la Fundación Huerta de San Antonio, que forma parte de la iniciativa de recuperación para uso laico y cultural de la iglesia de San Lorenzo en Úbeda. El libro -que se explica como Correspondencia en verso. Poemas de ocasión. Apreciaciones recíprocas. Cadáveres exquisitos- muestra una selección de las cuidadas palabras que, a lo largo de todo este tiempo, han ido dedicándose ambos escritores, además de fotos, dibujos (el pintor Juan Vida también ha estado implicado en la edición) y algunos ejemplos de collages y composiciones de Benítez Reyes.

"Todo empezó -cuenta el autor roteño- cuando, sobre el año 78, un crítico que había entonces muy influyente, Enrique Molina Campos, que publicaba reseñas y panoramas críticos de la poesía andaluza, dijo que las dos voces jóvenes que más le llamaban la atención eran las de Luis García Montero y la mía". Una visión oracular que ya quisieran los de Granta. O sub-Granta. Ambos rondaban entonces los veinte años y no se conocían. Así que, "demostrando gran inteligencia -continúa Benítez Reyes-, Luis se dijo: si va a ser mi competidor, quiero hacerme amigo suyo". Y así empezó todo. Como afirma en algún texto García Montero, "la poesía nos hizo y nosotros nos juntamos". Aunque la referencia más antigua es un poema de García Montero cuando aún no se conocían en persona, en el año 79, el poema que abre la selección de Amistad a lo largo, de Felipe a Luis, es La Juventud. A él le sigue Soneto polar: 'Qué frío hace en tu pueblo, camarada'. Porque los cuarenta años de amistad se han forjado desde la distancia y a saltos - 'visitas son amores'-.

"Realmente, correspondencia convencional entre nosotros apenas aparece aquí, tal vez un par de cartas -continúa Felipe Benítez Reyes- . Lo que aparecen es la parte más creativa, o los poemas que hacíamos entre amigos, de broma. También lo que hemos escrito el uno sobre el otro, críticas o prólogos y presentaciones de libros". Así, entre los versos espontáneos que aparecen, se incluyen notas dejadas en las recepciones del hotel en los distintos viajes que hicieron juntos -cuánto puede morir dentro con un simple wasap-. O partes médicos, o felicitaciones de cumpleaños: 'A Luis, en sus 40 -dedica Benítez Reyes en Fugacidad del tiempo o aviso de peterpanes: 'Se vuelve pesimista incluso el pito./ Y todo empieza a ser tan mesozoico que acaba resultando divertido./ (Y, pensándolo bien, no está tan mal)'.

"Probablemente -prosigue Benítez Reyes-, ninguno de los dos pensábamos que fuéramos a resultar tan compatibles, pero siempre hemos tenido afinidades y nos hemos ido haciendo escritores a la vez, con admiración y confianza, en una amistad sin fisuras a lo largo de casi cuatro décadas". Así, se pasa de ser "prelicenciado Benítez" a premio Nadal - "Hace años que aprendí que es mejor, para no morirse de envidia, saber disfrutar con los éxitos de los amigos. Y Felipe toca la guitarra como Dios, y sabe beber como nadie en las noches de verano"-; de tener problemas con los cajetines de la imprenta a escribir una novela a cuatro manos mandándose los disquetes por correo -sistema que hoy día suena casi tan arcaico como el anterior-.

Amistad a lo largono se puede separar del proyecto de revitalización de la ubetense iglesia de San Lorenzo, iniciativa en la que ha colaborado también el pintor Juan Vida, "que nos pidió formar parte de todo eso con alguna cosa que estuviéramos haciendo", cuenta Benítez Reyes, que publicará el mes que viene un nuevo poemario, Ya la sombra, a cargo de Visor. "Así que estuvimos dándole vueltas, porque queríamos implicarnos realmente en este asunto, y empezamos a recopilar todos estos recuerdos sin saber realmente qué nos íbamos a encontrar", apunta.

El título terminó incluyéndose en la colección Juan Caballos de poesía, dentro de las publicaciones que la Fundación Huerta de San Antonio edita con el objetivo de seguir manteniendo el uso cultural de la iglesia de San Lorenzo: un espacio que dejó de tener uso parroquial a mediados del XIX y que terminó cerrándose al público tras el saqueo e incendio de 1936. La rehabilitación del templo se realizó en 2013, entre el Obispado de Jaén y la Fundación Huerta de San Antonio. Desde entonces, permanece abierto al público con visitas guiadas, conciertos, exposiciones, charlas y obras de teatro.

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