estrenos Una mirada adulta a un clásico popular

Lo que queda del cuento

  • Rupert Sanders dirige a Kristen Stewart, Charlize Theron y Chris Hemsworth en 'Blancanieves y la leyenda del cazador', que se incorpora hoy a la cartelera.

Si los hermanos Grimm se encuentran en algún lugar, alejados de la malsana economía global en la que hubiesen acabado, muy probablemente, engrosando el número de parados, deben estar hartos. Hartos de ver cómo sus tétricos relatos convertidos en fábulas infantiles son carne de taquilla por sólo llevar como título una marca registrada, y también, popular, que aguanta mucho el tirón de las décadas si se actualizan sus rostros protagonistas con ídolos juveniles del momento. Si esas adoradas celebridades giran en torno a la hábil expresión de Ryan Gosling o de Anne Hathaway, sería correcto decir que uno iría al cine a ver un magnífico despliegue de talento. Si se sustituyen por la presencia de Kristen Stewart, uno acaba por pagar el pato, y ver cualquier cosa menos un lección digna de Oscar, o de mención cualquiera, ya que ahora los Premios de la Academia se encuentran bastante devaluados.

En cualquier caso, y pese a que la crítica se haya cebado con todas las entregas de Crepúsculo (algo magnífico, por cierto), a Stewart le han ido muy bien las cosas a la hora de escoger proyectos. Lleva consigo una de esas carreras de las que uno solo envidia el sueldo, y cuyos trabajos resultan tan atractivos para algunos, como repelentes para otros. De hecho, a excepción de ese batacazo generacional que adapta las tediosas novelas de Stephanie Meyer, haber firmado un par de cintas fuera de esa saga tampoco le han servido para retirarle esa etiqueta de niña outlaw e irreverente a la que le hierve la sangre por caer en los brazos un vampiro. Ahora, con Blancanieves y la leyenda del cazador, enésima adaptación del relato de los hermanos Grimm que llega hoy a nuestras carteleras, Stewart sigue resaltando como actriz de relleno ocasional frente a la gigantesca sombra de esa Charlize Theron imparable ante un año de virtuosos ensayos sobre la nostalgia por la juventud (Young adult) y ese esperadísimo retorno al horror (Prometheus) que han acaparado gran parte de la cartelera anual. Rupert Sanders, parapetado durante media década en el mundo de la televisión, retrata a la villana como lo hubiese hecho Freud si se le hubiese pasado por la cabeza perder el tiempo en algo similar. Un personaje tan poco trascendental como es esa dichosa madrastra de cuento acaba por ser presa del sex-appeal de la actriz sudafricana, idolatrada por Sanders, la productora o por el mismo operador de cámara, el cual parece que será sometido a una ardua tortura si le da por grabar alguna parte de la anatomía de Theron que, seguramente, Sanders prefiere anotar como uno de esos recuerdos en los que se echa en falta una buena cámara de fotos.

Por lo demás, su Blancanieves encuentra una horda de elementos propios del mainstream movido por la estética propia de Juego de tronos. Puede que se haya encontrado la versión más lírica a nivel visual del cuento en cuestión, pero todo queda solapado como un sencillo artífice comercial. Desde los meticulosos movimientos de Stewart hasta las feroces encontronazos con Chris Hemsworth, el conjunto se deja ver como un coreografiado ejercicio de talentos muy desequilibrados. De ahí a que se asemeje más a la ruina que a la gloria del Robin Hood de Ridley Scott, con la consecuente indiferencia que provoca ver a Kristen Stewart evocando a los cuatro vientos su apasionada lucha a muerte contra Charlize Theron, mientras cabalga frente a esas heladas orillas, de las que podría haber emergido cualquier ser mitológico o incluso una lancha de desembarco. Todo para que esa esencia de lo grotesco que Sanders lleva consigo por algún motivo tampoco se vea interrumpida. Ya puestos, si se va a destripar un cuento de hadas, que se haga con algo más de sustancia.

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