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Todo lo que quiera saber del Duque

  • T&B Editores publica el segundo volumen de 'John Wayne. El vaquero que conquistó Hollywood', la exhaustiva biografía que Juan Tejero ha dedicado a uno de los grandes iconos del séptimo arte

Todo. En John Wayne. El vaquero que conquistó Hollywood está todo (T&B Editores, 2007). Así de exhaustivo ha sido el trabajo de Juan Tejero. Con la publicación este mes del segundo volumen, la editorial completa su obra más ambiciosa el año en el que se cumplen los cien del nacimiento del gran icono americano, y a poco de cumplirse tres décadas de su muerte. 472 páginas y más de 350 fotografías en color y blanco y negro se suman a las 504 páginas del primer volumen, con otras 350 fotografías. Así se cuenta la historia de una leyenda del celuloide.

Este segundo volumen abarca la vida y la obra de John Wayne desde 1956 hasta su muerte, en 1979. Son años de éxito y de duros fracasos. Sin dejar de ser nunca uno de los actores más taquilleros de Hollywood -Tejero da una información detalladísima-, Wayne tuvo que afrontar el estrepitoso fracaso de su gran sueño, El Álamo o las duras crítica a su panfletaria Boinas verdes (1968).

Su éxito nunca dejó de estar unido a algún mal momento. Así, en 1956 interpretó su mejor y su peor papel. La de Ethan Edwards en Centauros del desierto es su más inmortal creación -el único trabajo que le afectó emocionalmente-, mientras que su Genghis Kahn de la desaparecida El conquistador de Mongolia, no sólo le ganó un buen número de chistes por las frases absurdas que tuvo que recitar, sino que quizá le causara el cáncer que le llevó a la tumba -el filme fue retirado del mercado por el productor Howard Hughes, y varias decenas de participantes en el rodaje murieron de cáncer, algo que siempre se ha relacionado con el escenario elegido: el radiactivo desierto de Nevada-.

También es este tiempo el de su definitivo deslizamiento hacia posiciones conservadoras. En 1960 pagó de su bolsillo publicidad a favor de Richard Nixon, y en 1968 se volcó en su segunda campaña presidencial.

Pero lo que queda es su filmografía, que no sólo dio dinero sino también grandes momentos de celuloide, la mayoría de ellos con sus grandes amigos John Ford y Howard Hawks, a cuyos entierros tuvo que asistir. "Se nos van", le dijo a Peter Bogdanovich en el sepelio del directo de El dorado, uno de sus últimas grandes películas.

Él mismo tuvo que afrontar su envejecimiento en la pantalla, ya que jamás pudo dejar de trabajar dado su lujoso ritmo de vida. Filme tras filme, sus compañeros eran más y más jóvenes. Fueron los años de un Wayne veterano, personificación de un tiempo que se resistía a desaparecer. Su último trabajo, El pistolero, fue un homenaje no planeado en el que le rodearon amigos y admiradores para presenciar el último duelo a pistola, del que siempre salía convertido en héroe. El cáncer, finalmente, sí le venció.

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