Cree en el diálogo intergeneracional como puente para el transporte de una cultura necesitada de voces "que tengan algo que aportar". Tecla Lumbreras lleva más de 20 años dinamizando espacios, gestionado proyectos y, en definitiva, construyendo una ciudad "viva y multidisciplinar" que lleve el nombre de Málaga. Imparte clases en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, al tiempo que ejerce de comisaria de exposiciones. Veterana en lidiar con iniciativas rompedoras, se enfrenta a un nuevo reto: la presidencia del Ateneo. Para ello confía en un programa de trabajo que cuente con la opinión de los ateneístas y haga de la institución a la que aspira representar "un espacio de discusión, abierto a la crítica".

-¿Qué le animó a presentar su candidatura a la presidencia del Ateneo de Málaga?

-Ha sido fundamental el trabajo desarrollado por el equipo del Neoateneo (la sección juvenil y alternativa de la entidad) al que conozco desde hace tiempo. Yo también soy ateneísta y veo carencias como la de dar respuesta a las nuevas generaciones. Mi trabajo siempre ha sido intergeneracional, me parecer fundamental el trasvase de experiencias. Yo en la junta directiva cuento con profesionales de más edad y otros más jóvenes con muchas ganas de trabajar. Ellos aprenden de nosotros y viceversa.

-Si resulta elegida el próximo 3 de noviembre, ¿qué iniciativas piensa emprender?

-Me gustaría programar encuentros entre padres e hijos profesionales, como podría ser entre Salvador Moreno Peralta y su hijo, un músico fantástico; entre Enrique Brinkmann y sus hijos, una fotógrafa y el otro carpintero muy creativo; o entre Vargas Machuca y su hija poeta. Que se vea así el trabajo conjunto de una saga. También tengo pensado abrir el espacio del Ateneo a esa gente joven que tienen dificultades para instalar su trabajo, que el Ateneo les sirva como espacio de creación y trampolín. Se les podría ceder -no sólo a artistas sino también a diseñadores, abogados, médicos, etc.- como estudio durante un año y, que los ateneístas pudiéramos ver luego lo que han hecho, que la entidad enriquezca de paso sus fondos.

-¿Cómo podría mejorar la imagen de institución conservadora y consagrada que tiene para algunos el Ateneo?

-Creo que habría que recuperar el espíritu inicial del Ateneo, el de la sociedad civil organizada. No son partidos políticos ni instituciones públicas quienes lo han levantado. Es un club privado formado por ciudadanos que tiene cosas que decir. Me gustaría traer a científicos, arquitectos y, por qué no, a políticos que no hablen en virtud de su cargo, sino porque aporten en sus conferencias una mirada nueva sobre el mundo. Quiero poner en funcionamiento la biblioteca, recuperar el bar como espacio de encuentro y actualizar las vocalías. Puede que haya una de Redes Sociales y otra de Nuevas Tecnologías.

-¿Hasta qué punto le puede ayudar su experiencia de tantos años como gestora cultural?

-Yo toco muchos palos, siempre he sido muy apasionada de la cultura. Me he relacionado con mucha gente y creo que soy una buena dinamizadora de espacios. He desarrollado un instinto para ver lo que se demanda cosas que están en el aire y no salen adelante. En esta ciudad pecamos de centrarnos demasiado en la infraestructura, cuando lo importante es lo que ocurre dentro de esos espacios. Busco historias que vayan de abajo a arriba. A veces el poco presupuesto se suple con más trabajo y creatividad.

-¿Y de qué forma puede implicar al ciudadano en sus iniciativas?

-Cuando se habla de la Málaga cultural se suele decir que somos los mismos de siempre. Pero si les ofreces cosas nuevas y les implicas, aparecen. Lo primero que quiero hacer, además de la campaña de afiliación (risas), son encuestas de opinión entre los socios, para saber que quieren del Ateneo. No pretendo hacer un programa cerrado sino abierto a aportaciones futuras. Hay que estar muy al día.