Cultura

Un resacón, sí, pero que sea inolvidable

  • El próximo 31 de mayo llegará a las salas el último asalto de Todd Phillips con 'Resacón 3', un regreso a Las Vegas que promete serlo también a su sana comicidad

Hay mucho más que humor socarrón detrás de Resacón en Las Vegas. Su director, Todd Phillips, ávido realizador de comedias como Road Trip y Aquellas juergas universitarias (dispuestas en la actualidad como vulgar carne de videoclub), despliega detrás de ella una multitud de homenajes a las comedias ochenteras de corte buddy movie (peli de colegas), además de referenciar las archiconocidas comedias del ya agotado (y agotador) John Landis (Granujas a todo ritmo). El buenrollismo que Phillips despierta entre sus personajes, el afable y carismático Bradley Cooper, el enigma de Zack Galifianakis, y el sosainas de Ed Helms, impregna todas las situaciones a las que son sometidos, bajo ese humor tan creativo e inteligente que, a priori, puede resultar algo superficial.

Sin embargo, no es la originalidad del planteamiento lo que despierta tantos elogios, sino la originalidad de su desarrollo, tan descacharrante como provisto de una comicidad sanísima, agradable y totalmente disfrutable. Se trata del punto de inflexión de las comedias yankis, que saltan directamente a la irreverencia sin pasar por la provocación, en algunos casos fingida y forzada, pero innata en el caso de Phillips. Sus brillantes gags dejaban bien claro que se trataba de una comedia demasiado joven para morir, por lo que su vida se tendría que prolongar lo máximo posible. No es de extrañar que fuera considerada como una de las diez mejores películas del año 2009 por el AFI, además de alzarse con el Globo de Oro a la Mejor Película-Comedia o Musical.

Su secuela, Resacón 2, se la puede ahorrar. Aquí Phillips se limita a clonar su exitosa fórmula y a trasladarla a un plano de juerguismo exótico como es Tailandia, bien alejado de la teta de su amada e idolatrada Las Vegas. Sin embargo, pese a ser una copia exacta de su antecesora, se deja su frescura y su osadía por el camino. Todo en ella (a excepción de alguna brillante ocurrencia) resulta tosco, vulgar, rutinario y atrozmente esquematizado. No destila aquel reconocible espíritu de saciedad adrenalítica, y allí, en Las Vegas, Phillips nadaba en un océano de referencias, pero aquí se ahoga bajo esa actitud de iconoclasta de la cultura indoasiática. A lo mejor los créditos, donde se encuentra esa vasta recreación de la noche de autos, consiguen arrancarle alguna sonrisa al decepcionado espectador que se ha arrojado a un infierno de más de hora y media.

Para alejarse de su evidente metedura de pata, Phillips volvió a sus orígenes, pero manteniendo ese espíritu de exaltación de la buddy movie con Project X. Aunque no dirigida por él (pero sí producida), iba conducida por su clásico efectismo. Su firma empañaba todas las caras de la cinta, que compartía el elitismo y el humor de Resacón, que no su estética, que en este caso rompía con la sutileza que se solía gastar Phillips. Pero es aquí donde esas descaradas influencias landisianas se manifiestan con más encanto y simpatía, entre el calor y la adrenalina de la noche.

Pero, pese a aquel batacazo que supuso Resacón 2, el público echa de menos esa suerte de relación amor-odio entre sus protagonistas, al igual que ese tratamiento de la intensidad dramática tan perjudicada con el paso de los años por otras tantas comedietas de turno. El 31 de mayo, la saga cerrará sus puertas como trilogía, con Resacón 3, donde volverán a Las Vegas, así como a otras populares ciudades del país, y supondrá la culminación de un experimento argumental que ha rozado tanto la perfección como el desastre.

De todas formas, Phillips ha demostrado un talento encomiable a la hora de enmarcar la iconografía de una ciudad como Las Vegas, un lugar donde los brillantes destellos del neón ciegan a los inocentes y los atraen hasta un circo por el que desfilan croupiers con las manos largas y strippers a las que les meten mano. Las noches transcurren con viveza y un sentimiento irresponsable y algo lascivo. El amanecer pone fin a las juergas y Las Vegas vuelve a nacer. El trío protagonista asimiló esta esencia, aunque no por ello ha cogido más experiencia; otro viaje a Las Vegas no supone otra cosa más que una locura; una revisión de los errores pasados y futuros, por no hablar de ese magnífico villano interpretado por el Ken Jeong de Community.

Phillips ha prometido remodelar la estructura argumental que le ha llevado a su inesperado estrellato, y por ello, Resacón 3 alberga la posibilidad de darle un carpetazo más que digno a su mejor trabajo hasta la fecha. Un resacón, eso sí, que sea inolvidable. Habrá que comprobarlo.

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