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Cultura

Todos los rostros de John Cale

  • El músico galés, que actúa esta noche en el Teatro Cervantes, a las 21.00, visita por segunda ocasión Málaga

Y cuando graba, ¿espera salir con algo que haga olvidar sus días en The Velvet Underground? A esta incómoda pregunta, John Cale (1942) respondió así hace unos días: "Claro, llevo años intentándolo pero no parece funcionar", dijo entre risas. Así es el músico galés, divertido y sincero. Esta noche serán muchos los que vayan al Teatro Cervantes movidos por la gloria pasada de uno de los hombres que modernizaron el rock en los 60, pero también habrá quien se siente para escuchar al que sigue siendo uno de los músicos más inquietos del presente.

Si John Cale aún siente como una losa sus grabaciones con The Velvet Underground es porque en apenas un par de años, él y Lou Reed le cambiaron la cara al rock. Tras su marcha de la banda que patrocinaba Andy Warhol, el galés demostró que él era más que un simple rockero vanguadista y dio muestras de su versatilidad, siempre acompañado o ayudando a los mejores creadores.

Una de las facetas más destacadas de la carrera del galés es la de productor, tanto que a veces ha eclipsado a sus trabajos en solitario. Algunas de las obras maestras de las que se ha ocupado son The Stooges (1969), Horses (1975) o el debut de The Modern Lovers (1976). Además, ha colaborado como instrumentista en discos tan rompedores como el Another green world (1975) de Brian Eno. Como no todo han sido joyas ni clásicos, Cale también es responsable de trabajos menores, pero curiosos, como Pop model (1986), de Lio, Squirrel & G-Man Twenty Four Hour Party People Plastic Face Carnt Smile (White Out) (1987), de Happy Mondays, o Sabor salado (1990), de Los Ronaldos -Cale fue productor a sueldo de Warner Bros. y otras compañías en los 80-.

Tampoco se suele recordar la labor de Cale en el cine, que le ha llevado a componer un buen número de bandas sonoras, tanto comerciales como extremadamente artísticas. Entre las primeras, destacan la de Algo salvaje (Jonathan Demme, 1986) o American psycho (Mary Harron, 2000). De las segundas, la mayoría, son muy recordadas Heat (Paul Morrissey, 1972) y Antartida (Manuel Huerga, 1995) -en este filme español tuvo un pequeño papel-.

Pero lo verdaderamente importante en la carrera de John Cale, y lo más olvidado, es su larga discografía personal. Desde que se liberó de la disciplina de The Velvet Underground, Cale ha grabado varias decenas de álbumes, siendo la suya una de las obras más extensas y variadas.

A su nombre se pueden contar al menos dos obras maestras, Paris 1919 (Reprise, 1973) y Music for a new society (1982). El primero es quizá su trabajo más accesible, que no pop, en el que sorprendió la riqueza de arreglos, su delicadeza melódica y la cuidada producción -aún se le asociaba en exceso al ruido velvetiano, pese a que ya había grabado con Terry Riley-. Music for a new society rompió a principios de los 80 con el repunte guitarrero de sus anteriores trabajos, lo hizo a base de composiciones minimalistas que recordaban su relación con Eno -este disco está fuera de catálogo en la actualidad, una verdadera lástima-. El otro gran disco con su firma lo comparte con Lou Reed, es el emotivo y sencillo Songs for Drella (1990), el álbum que compusieron y grabaron juntos como homenaje a Andy Warhol.

El resto de su obra es merecedora de una escucha atenta, y oscila entre arrebatos rock y experimentación inteligente. Sus últimos trabajos reflejan esa tendencia. HoboSapiens (2003) es un ejercicio de electrónica mientras que Black acetate (2005) supuso un regreso a las guitarras crujientes. Así fue y así es John Cale, un maestro de la era del rock.

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