MARTA SANZ. escritora

"50 sombras de Grey' es 'Cenicienta' pasada por un filtro sadomaso light"

  • La narradora madrileña presentó ayer en el Centro Andaluz de las Letras su último libro, donde habla sin pelos en la lengua de los tabúes que rodeaban los usos amorosos del postfranquismo

¿Alguna vez se sintió sucia tras descubrir su propio placer a escondidas? ¿Creyó haberse entregado al amor más puro tras un encuentro sexual de lo más violento? ¿Leyó Crepúsculo y cayó rendida a los pies de Edward? ¿Fue a ver 50 sombras de Grey? Si la respuesta es sí, no dude en leer Éramos mujeres jóvenes, un relato coral hilado por la espléndida pluma de Marta Sanz (Madrid, 1967) donde se habla sin pelos en la lengua de prejuicios y tabúes que rodeaban los usos amorosos del postfranquismo. "Sólo quiero que las mujeres piensen más a menudo en que no somos tan libres como creemos", reconoce la autora minutos antes de la presentación de su libro a caballo entre el ensayo, la memoria personal y el reportaje, indispensable en la alcoba de cualquier mujer -femenista o no- que se quiera.

-Comenta en Éramos mujeres jóvenes que el despertar sexual en una mujer de su generación está asociado al sentimiento de culpa, al pecado. ¿Cree que sigue ocurriendo en generaciones posteriores a la suya?

-Es algo que corresponde más a la generación de nuestras madres, nuestras abuelas, que a la mía. Soy una niña de la transición y me he criado con las imágenes del destape. Es verdad que para ellas el deseo sexual se consideraba una cosa vergonzosa y a menuda sucia. No creo que se de esa situación ahora, pero algo queda. Para mí, la cultura es una superposición de diferentes capas de cosas que se van aprendiendo con el paso de los años y de los siglos. Deshacernos de esa idea, tan sumergida en nuestras creencias, es complicado.

-¿Tiene algo que ver este sentimiento con que España sea un país que ignora la educación sexual en su guía docente?

-Cuando se necesitan generar ese tipo de asignaturas dentro de los currículos escolares es que algo no va bien. Creo que eso tiene que funcionar fundamentalmente en el nivel de los relatos que las madres les transmiten a sus hijas, en el nivel de la experiencia familiar, sea cual sea el tipo de familia, no hablo sólo de una familia tradicional. Y en el caso de que eso no sirva, habría que pasar a gestar una asignatura, pero eso sería muy problemático. Y si algo caracteriza a este libro es que pretende ser cualquier cosa menos prescriptivo. No es un manual de autoayuda, ni pretende decirle a la gente cómo tiene que hacer las cosas. De lo único que se trata es que las mujeres sean conscientes de que nuestra libertad pasa en gran medida por reflexionar sobre los obstáculos de nuestra libertad y por pensar mucho en que no somos tan libres como creemos. Y que el primer paso para poder alcanzar esa libertad sexual y de toma de decisiones respecto al propio cuerpo pasa por reflexionar sobre los aspectos en los que no somos libres.

-¿Se puede en un mundo donde se ve Hombres, mujeres y viceversa o se hacen multitud de anuncios donde se cosifica a la mujer?

-Estamos rodeadas de estímulos que asumimos luego como si fueran nuestros. El sociólogo francés Pierre Bourdieu dice que hay muchas mujeres que identifican sus propias necesidades y expectativas eróticas con las de un hombre. Eso es el fruto de siglos y siglos de una sociedad patriarcal.

-Gustar al hombre ante todo.

-Sí... Hemos pasado de la tachadura del cuerpo de las mujeres por la represión franquista, por la moral nacionalcatólica, a una especie de fetichización exagerada del cuerpo de las mujeres, que están presionadas por una sociedad de consumo.

-¿Las referencias culturales son peores ahora? No creo que ni Crepúsculo, ni 50 sombras de Grey ayuden a liberar a la mujer de sus complejos o estereotipos.

-Peores que en la época del franquismo no creo porque los consejos que daba la Sección Femenina se las traían. Las esposas tenían que sumisas y fieles. No debían disfrutar del sexo porque eso era síntoma de ser una guarra o una loca, y eso eso ocurría había que lobotomizarlas por ninfomaníacas. Sí que es verdad que asumimos como cosas modernas y liberadores asuntos viejísimos. 50 sombras de Grey no es más que una especie de Cenicienta que busca un príncipe azul, pero pasada por un filtro sadomaso light. Estamos asumiendo el bondage erótico como un bondage represivo en el seno de la convivencia dentro de las casas.

-En su libro se mezcla ensayo, memoria personal y reportaje. ¿Se siente cómoda hablando de vivencias propias?

-Los escritores y las escritoras siempre hablamos de cosas que hemos vivido, incluso cuando nos cubrimos con las máscaras de las ficciones estamos hablando de sentimientos que hemos experimentado, de deseos que hemos o no cumplido, y de ideas que hemos tenido en un momento dado. No me siento más cómoda hablando en primera o tercera persona, creo que forma parte de mi oficio.

-¿Qué mitos cree haber echado abajo con este relato coral?

-Entenderán que el machismo es una lacra social y el feminismo un discurso corrector que pretende mejorar la vida de todos. Entenderán también que en el feminismo hay una agresividad respecto a un estado de cosas que es injusto, pero eso no implica un odio al hombre... Ya es hora de revisar el feminismo desde una perspectiva de fraternidad.

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