Cultura

Para una teoría del caos

  • El 'overbooking' propiciado por una pésima organización y el mal sonido noquearon el regreso de Les Luthiers · En taquilla se pidió la devolución de unas 300 entradas

Dice el principio de Arquímedes que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado. La empresa Puentes Lozano, organizadora del malogrado concierto que el grupo argentino Les Luthiers ofreció ayer en el Pabellón de Ciudad Jardín, parece desconocer este axioma. Ya se esperaba que la presentación del espectáculo Las obras de ayer (El refrito) partía en Málaga con pocas vibraciones a su favor dada la escasa fortuna en la elección del espacio, una pecera enorme de acústica infernal que a muy duras penas, y sólo con equipos de primer nivel, puede ser corregida. Había, además, motivos para sospechar lo peor: el pasado lunes, la empresa remitió un comunicado que anunciaba que las entradas para el concierto se habían agotado; y al día siguiente, en otro comunicado, informaba de que los equipamientos técnicos habían sido "reubicados" y que se había podido habilitar más espacio para el público, con lo que salían más entradas a la venta.

Ayer tuvimos oportunidad de comprobar en qué había consistido esa reubicación: Puentes Lozano había vendido más entradas de las que físicamente se podían disponer en el pabellón. En el área situada frente al escenario algunas filas de asientos se habían vendido por duplicado (existía, por ejemplo, una sola fila 16, pero para cada plaza se habían comprado dos localidades). La empresa optó por introducir más sillas de madera en el recinto, con lo que quedaron anulados los pasillos internos para salidas de emergencia. En las gradas, la situación era idéntica. Allí se habían dispuesto además espacios para el público de visibilidad nula, casi detrás del escenario, y sencillamente no se cabía. Algunos de los sobrantes se contentaron con quedarse de pie en los pasillos superiores, pero la mayoría ya buscaba la salida para poner una reclamación. Hablamos de un concierto para el que las entradas presentaban dos únicos precios: 50 y 60 euros. Nada baratas, se entiende.

Este caos provocó el primer retraso importante del recital, fijado en principio para las 20.00. A las 20.30, la voz de uno de los músicos informaba de que se estaba procediendo a otra reubicación, esta vez del público, y que en cuanto se solucionara comenzaría la actuación. Así ocurrió a las 20.40. El quinteto tomó posiciones, pero en cuanto el líder de la formación comenzó su primer monólogo comenzaron los abucheos: la calidad del sonido era nefasta y, especialmente en las gradas superiores, el discurso resultaba ininteligible. La sensación era la de una masa de sonido informe: los peores vaticinios se cumplieron, la producción optó por una sencilla disposición frontal de amplificadores (con nula capacidad de previsión) y lo que debió ser música fue ruido. Ante los silbidos, Les Luthiers emprendieron la retirada. A las 20.50, apareció un responsable de Puentes Lozano e informó de que el concierto seguiría, aunque quien lo quisiera podía reclamar en taquilla la devolución de sus localidades.

Al menos 300 personas así procedieron, pero se toparon con que no había hojas de reclamación. La organización se limitó a sellar sus entradas. Ahora deberán reclamar a ticktackticket. Mucha suerte.

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