Cultura

Así en la tierra como en el cielo

Sala María Cristina. 28 de junio. Director: Bart Vandewege. Voces: Lore Agusti y Griet de Geyter (sopranos); Steve Dugardin y Edgard Burchards (altus); Ariel Hernández y Diego Álvarez (tenores); Jorge Enrique Garcia Ortega y Paul Mertens (bajos); Manuel Vila (arpa); y Jorge Muñoz, violone, Aforo: 60 personas.

La polifonía vocal tiene algo de milagroso, que supera incluso el mayor de los virtuosismos instrumentales. El artefacto remite casi de manera inconsciente a la habilidad de un hombre para dominar y exprimir el invento haciendo posible lo extraordinario; la voz humana, en cambio, parece arrastrarnos más allá de lo concebible. Un pequeño grupo de hombres unen sus voces y surge el milagro.

Con un repertorio de música sacra que reproduce el ambiente contrarreformista que encontró Tomás Luis de Victoria en el Collegium Germanicum, La Hispanoflamenca protagonizó una actuación sobresaliente en el segundo concierto del festival. Intercaladas entre las obras vocales de la mejor música renacentista, que incluían, junto a Victoria, a Palestrina, Francisco Guerrero y Francesco Soriano, encontramos, tres joyas instrumentales como el Conditor Alme de Gracia Bautista o el Tiento XIX de De Módena.

Se trata de una formación frágil, que no dobla las voces: ocho cantantes para las piezas a 8, con el esporádico sustento, siempre al servicio de la voz, del arpa y violone que acompañaba sutilmente las líneas de bajos. Precisamente, es a través de esa fragilidad que esta formación alcanza la definición, el timbre luminoso y las armonías celestes que encandilaron al públic. Un magnífico concierto en el que hasta las notas del programa alcanzaban la excelencia.

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