Cultura

La tormenta que no rompe

Vetusta Morla. Viernes 2 de diciembre de 2011. Sala París 15. Voz: Pucho. Batería: David García El Indio. Percusión: Jorge González. Bajo: Alejandro Notario. Guitarra: Guillermo Galván. Guitarra y teclados: Juan Manuel Latorre. Aforo: 3.000 personas, completo.

Hablemos de un gran concierto. Hablemos de un grupo de moda. Hablemos de ritmos, guitarras y percusiones. Hasta de una redención. Hablemos de lo que sea, menos del tiempo. Porque frío, hacía mucho en la noche del viernes fuera de la sala París 15 y los que esperaron colas durante horas lo tenían hasta en los huesos. A muchos Málaga le pareció por un momento Copenhague.

Una avería en la furgoneta hizo que el concierto se retrasara, pero una vez dentro, los chicos de Vetusta Morla hicieron pronto olvidar las bajas temperaturas con un espectacular inicio -como siempre en esta gira- gracias a Los días raros. El público comprendió al instante que la espera había merecido la pena -esto es Málaga y el frío de verdad está en otras ciudades- y que todo iría rodado esa noche. Y se dejó llevar a través de los Mapas de la banda madrileña. El recorrido prometía.

Vetusta Morla es como esos nubarrones que a veces aparecen por el horizonte de la costa malagueña y hacen prever una gran tormenta. De esos que asustan, te hacen recoger la ropa y luego nunca acaban de romper, la descarga nunca llega. Y los rayos y truenos se quedan lejos, en el mar, salvo alguno que suena cerca, asusta y hace temblar los cristales. Porque en su ya tercera cita con la ciudad de Málaga, quizás se pueda pedir a estos madrileños algo más en los directos, alguna aportación diferente a las de los propios temas de estudio, una salsa que añadir a su receta.

Es lo bueno y lo malo de Vetusta Morla: Con sólo dos discos en la calle, los conciertos son lo que son, ni más ni menos. Hay poca opción para sorprender al tendido. Pero eso limita también el propio margen de error. Ellos son osados, no se pierden en obviedades y suenan a ellos mismos. Hacen bien su trabajo. Justo lo que busca el público. Justo lo que les ha hecho estar donde están. Por eso son referentes del indie español. Por eso llenan salas. Y por eso el pueblo les quiere.

La noche también sirvió de redención. Muchos recordaban aún su anterior paso por Málaga en el mes de mayo (desafortunado por circunstancias técnicas, no por ellos). Pero la gente olvidó eso rápido la sala se quedó sin entradas por vender y se llenó (parece que el público confiaba en que esta vez sería la buena, a pesar de los 20 euros de la entrada). Y el grupo respondió dando lo mejor de sí mismos. La sala París 15 ayudó. Y mucho. Allí todo eso otra cosa, desde el sonido hasta la iluminación. Así da gusto, debieron pensar los músicos, que iban fundiendo con total naturalidad los temas de Mapas con los de Un día en el mundo, verdadera seña de identidad de Vetusta Morla.

Con un mar de teléfonos enfocándolo desde todos los rincones de la sala, Pucho -cantante y líder de la banda- con una voz que suena a rabia, a coraje y emoción, gastó toda su energía en demostrar que la noche del viernes querían saldar cuentas con Málaga. Lo hicieron con grandes momentos gracias a viejas canciones y nuevas fórmulas, como la percusión en El hombre del saco, que apetece que no acabe nunca y de la que se encarga el propio Pucho, que también se atrevió con maracas, panderetas o palmas a lo largo de la noche. Vetusta Morla quería que esta vez el público se fuera con un gran concierto bajo el brazo. Lo consiguieron, aunque no será la mejor noche en las vidas de la audiencia malagueña.

Hablemos de eso también. De que si ellos son los referentes, aún queda mucho por hacer en el panorama musical nacional. Pero hablemos también de que ellos no tienen miedo a las alturas y van hacia la cumbre con su propio mapa, con su propia hoja de ruta. Esperemos que no se pierdan. La escena musical les necesita, como también los necesita el público.

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