Cultura

La tortura es en la butaca

España, 2011. Drama. Dirección y guión: Maxi Valero. Intérpretes: Lluís Soler, Ana Milán, Claudia Silva, Carlos Manuel Díaz, Sergio Caballero, Pep Ricart.

Ayer, lamentablemente, no pude quedarme a la gala de clausura del Festival de Málaga en el Teatro Cervantes hasta el final, pero lo habría hecho con gusto para ver algunas caras tras comprobar cuál era la película escogida por la organización del certamen para dar por cerrado el chiringuito. Seguramente, la elección no podía haber sido peor. El hombre de las mariposas, a pesar de lo que promete en su título y en sus diez primeros minutos (una posible fábula tipo La bella y la bestia con personajes rotos a los que se les presenta una oportunidad para su redención), es en realidad una película fea. Y no sólo porque esté mal rodada, porque la fotografía parezca de cinexín, porque su factura revele que en realidad no está terminada y porque nada mínimamente estético (hay que tener mérito) pueda extraerse del metraje: es una película fea porque tiene esa rara capacidad de sacar lo peor que uno lleva dentro, de incomodar hasta el exceso, de enviar al desagüe las pocas esperanzas que se podían tener puestas en el cine español. El hombre de las mariposas es una tarantiniada brutal y gratuita, donde la sangre fluye porque sí, oiga, porque es lo que toca, y donde el espectador, abrumado, asiste a una sesión de tortura sacada de Reservoir dogs pero con inyección letal de largos y nefastos efectos mientras comprende, pobre, que la verdadera víctima de la tortura es él, sentado en la butaca. Para colmo, claro, la lección ética es brutal: la vida (o la integridad) de una niña de doce años siempre va a valer mucho más que la de una buena pandilla de matones rusos, mosqueados y emperifollados, así como de sus secuaces, para los que no se contempla (a ellos no) ni juicio ni posibilidad de redención. Y la pretendida ternura pasa por creerse que eso está bien, que eso es lo correcto. Si a eso sumamos un montaje que tampoco está terminado, unas interpretaciones sin atisbo de verdad (muy a pesar del gran Lluís Soler) y un guión tan lleno de trampas como de sobrantes, mejor no vayan a verla.

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