josé maría mellado. fotógrafo

"La verdadera revolución llegó a la fotografía a través del móvil"

  • El almeriense, referente internacional de la imagen fija, imparte hoy una 'masterclass' y presenta su nuevo libro en La Térmica

José María Mellado (Almería, 1966), en una presentación reciente de su exposición itinerante 'Closer'.

José María Mellado (Almería, 1966), en una presentación reciente de su exposición itinerante 'Closer'. / juan carlos muñoz

Figura habitual en ferias internacionales como ArtBasel, Scope y ARCO, José María Mellado (Almería, 1966) es un referente clave de la fotografía, con exposiciones celebradas en medio planeta (la última, Closer, también convertida en imprescindible catálogo, sigue itinerando por toda España tras su inauguración en octubre de 2015 y ha tenido en Sevilla su última parada) y un centenar de reconocimientos. Fue presidente de la Real Sociedad Fotográfica durante cinco años y ejerce una labor pedagógica incansable, a la vez que viaja por todo el mundo en busca de la imagen perfecta. Hoy a las 20:00 impartirá una masterclass en La Térmica y, de paso, presentará su último libro divulgativo, Fotografía de alta calidad. Los fundamentos de la fotografía.

-Para un fotógrafo de paisajes como usted, con una clara preferencia por los lugares inhóspitos y extraños, ¿qué porcentaje de responsabilidad tiene el azar respecto al dominio técnico en la realización de una buena foto?

-Las dos cosas están muy relacionadas. Un buen fotógrafo necesita tener la técnica perfectamente dominada para poner toda su atención cuando aparece la foto. El instante en que ves la foto ante ti es siempre muy fugaz, así que no puedes perder tiempo comprobando que todo está en su sitio. El azar va a representar sin duda un papel importante para un fotógrafo que, como yo, trabaje al aire libre, en entornos naturales o urbanos, donde pueden surgir imprevistos muy diferentes que influyan en tu trabajo. Evidentemente, para un fotógrafo que trabaja en un estudio, esta cuestión será bien distinta, lo que no quiere decir que sea mejor ni peor. La verdad es que me gustaría trabajar en un estudio, envidio a los fotógrafos que se dedican a esto así, en parte porque yo no sé hacerlo. Soy más bien un cazador. Aunque esto, por supuesto, también tiene su magia.

-De hecho, ¿es mayor la satisfacción cuando se obtiene la foto deseada en la calle o en un bosque, por ejemplo, que cuando se logra el objetivo en un estudio?

-No, lo que ocurre es que son dos formas distintas de trabajar y de acercarte a la fotografía, pero nada más. El trabajo en un estudio también puede ser enormemente creativo. Pero sí, mi escuela está al aire libre. Yo siento esa satisfacción de la que hablas cuando encuentro lugares y escenarios en los que aparentemente no hay nada interesante, donde todo parece viejo y feo, pero en los que intuyo que hay una buena fotografía. Si soy capaz de encontrar la belleza en estos sitios y transmitirla, lograr que quien ve la foto encuentre la misma belleza que yo, entonces me quedo muy contento.

-¿Es posible adiestrar la mirada para encontrar esa belleza donde nadie más la ve de primeras?

-A lo largo de muchos años he impartido talleres, conferencias y clases magistrales por todo el mundo y he llegado a la conclusión de que es posible enseñar a mirar y a hacer una buena foto. Hay una disciplina que, si se sigue con firmeza, permite a un fotógrafo desarrollar bien su oficio. Pero lo que sí resulta mucho más difícil es enseñar a decidir qué es lo que quieres mostrar y qué te llama la atención de cuanto ves; es decir, por qué eliges hacer una foto y no otra. Educar esta intuición es mucho más complicado porque se trata de una cuestión personal, es el fruto de tus vivencias, tus experiencias, las personas que has conocido, los libros que has leído, los lugares que has visitado, el acervo cultural que has acumulado... Y claro, no hay un manual para esto. Cada fotógrafo tiene que recorrer su propio camino, el que singularmente le atañe. Y el fin debe ser que el espectador comprenda perfectamente, en un solo vistazo, las razones de tu fotografía.

-¿Recuerda una fotografía especialmente difícil?

-A menudo encuentro situaciones adversas a cuenta de la luz. Cuando trabajas en la calle, al aire libre, no puedes llevar contigo un equipo de iluminación, así que tienes que adaptarte a lo que hay. Esta modalidad te permite hacer fotos muy interesantes pero a la vez muy complejas: cuando atrapas el contraluz en las nubes, con la perspectiva del rompimiento de gloria, puedes llegar a hacer fotos muy bonitas, pero conseguirlo tiene una dificultad técnica notable. En libros como Los fundamentos de la fotografía incluyo soluciones para resolver estos retos. Me gusta contribuir a que la gente sea capaz de hacer fotos de alta calidad.

-Tantos años después de la llegada del paradigma digital, ¿qué balance hace usted?

-La técnica digital ha revolucionado la fotografía. La ha hecho más accesible, la ha democratizado. Antes únicamente podíamos hacer buenas fotos los que disponíamos de un laboratorio, pero ahora cualquiera, con sus medios, puede lograr muy buenos resultados. Eso sí, para mí la verdadera revolución llegó después con las posibilidades crecientes del teléfono móvil y sus cámaras, cada vez más eficaces.

-¿No cree que el hecho de que la fotografía haya sustituido a la palabra como primer vehículo de expresión y que su uso sea tan masivo puede generar cierta insensibilidad a la hora de reconocer una buena foto, una obra que tenga un trabajo serio detrás?

-No, fíjate, creo que estos movimientos en torno a los móviles generan justo lo contrario: una mayor sensibilidad hacia la fotografía. Cuando llevas siempre encima una herramienta que te permite hacer una foto en cualquier momento, y además retocarla, modificarla y hasta compartirla, es mucho más fácil que te intereses por el lenguaje fotográfico. A ver, para sobresalir y hacer una foto muy buena hay que tener buen nivel y saber hacer uso de la técnica, claro. Pero una fotografía buena lo va a ser siempre. Las grandes fotografías de los maestros de los años 50 siguen siendo igual de grandes hoy día. Ahora bien, ¿significa esto que hay algo negativo en que mucha gente haga fotos? En absoluto. Si a mí me gusta ir los sábados un rato a jugar al fútbol con mis amigos, los equipos de Primera División no tienen que ponerse nerviosos. Es cierto que hay recelos por esa mayor accesibilidad, pero son infundados. Como lenguaje comunicativo y visual, la imagen va directa al subconsciente. No hay que interpretarla, como sucede con la palabra. Así que es normal que su uso se extienda cuando la tecnología lo permite. Otra cosa es que la facilidad con la que hoy se puede hacer una foto se emplee como excusa en alguna redacciones y empresas de comunicación para prescindir de fotógrafos profesionales. Un redactor no es un fotógrafo, ni tiene por qué serlo, ni tiene por qué interesarle la fotografía, así que no hay razones para enviarlo a hacer una foto por mucho que su móvil se lo permita. Por lo demás, es fantástico que todo el mundo haga fotos.

-Hablando de maestros, ¿quiénes han sido los suyos?

-Cuando llegué a la Real Sociedad Fotográfica tuve la gran suerte de aprender de genios como Gabriel Cualladó y Paco Gómez. Pero ahora mis principales maestros vienen de la pintura. Edward Hopper, por ejemplo. Quiero fotografiar la soledad como él la pinta.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios