Cultura

Un viaje a la historia de Málaga

  • El escritor Enrique del Pino data en el 584 a. C. la fundación de la ciudad, fecha que coincidiría en 2016 con el 2.600 aniversario de la capital · El libro inicia su recorrido con los primeros vestigios de poblamientos

"No es delito poner fecha de nacimiento a una ciudad y espero que el 584 a.C. lo acojan las autoridades como fecha de fundación oficial". Son palabras del escritor Enrique del Pino sobre un dato más que llamativo que subraya en su libro Historia General de Málaga, que acaba de presentar en sociedad. Hasta ahora ningún otro historiador se había atrevido a poner una fecha tan exacta al nacimiento de una urbe que cada día descubre nuevos vestigios de un pasado sin horizonte.

Pese a todo, Del Pino data la fundación "no de forma científica" e insiste en que "es imposible saberlo" aunque sería "excepcional", afirma el autor, que en el 2016 la creación de la ciudad cumpliera su 2.600 aniversario. Justifica así su propuesta, y se pregunta "¿porqué no. Porqué ciudades como Roma tienen su leyenda y fecha de nacimiento y nosotros no?".

El autor ha tardado en escribir este libro "toda una vida", según él mismo y es que incluye desde recuerdos hasta informaciones y datos del gran archivo que ha ido recopilando en una pequeña habitación llena de libros y más libros sobre Málaga, sus gentes e historias.

Para Del Pino, se trata de una obra innovadora ya que traslada al lector al pasado, junto con el propio narrador, y lo sitúa en un recorrido imaginario "contando el futuro", el que comienza hace 100.000 años con los primeros vestigios de poblamientos en la ciudad. Tras ellos, y ya en distintas épocas escuchamos conversaciones corrientes y también trascendentales, de personajes como Pedro de Mena o Francisco de Leyva, épocas tan dispares como "necesarias para la interpretación de la Málaga actual".

Del Pino hace una inversión del proceso en el cual se va de viaje a los orígenes de la antigua urbe cuando los pobladores del Cerro del Villar trasladaron sus quehaceres del delta del Guadalhorce a la desembocadura del Guadalmedina. Desde ahí y pasando por la Malaka fenicia se detiene en la época romana y es que el escritor es un apasionado de los tiempos del Imperio en los cuales la ciudad era uno de los municipios flavios de la gran Roma.

Pero también es una apasionado de las coincidencias, y no sólo por proponer la curiosa fecha de fundación con relación a la Capitalidad sino por el descubrimiento en 1851 de la Lex Flavia Malacitana romanas y diez años más tarde del Teatro Romano. Del Pino se detiene en su acalorado discurso y se pregunta ¿qué joya regalará Málaga a la historia para el 2051?

Y precisamente son las tablas de bronce Lex Flavia una sus reivindicaciones. Pide que sean trasladadas desde su actual ubicación en el Museo Arqueológico Nacional al futuro Arqueológico de Málaga y que se conviertan en la insignia de la Málaga imperiosa que fue.

Del Pino dice que "no puede elegir ningún momento" de la historia de la ciudad aunque si ha de detenerse, prefiere hacerlo en la "Málaga romántica de mediados del s. XIX, una Málaga que es, cuanto menos, la más parecida a la actual, llena de vida y cultura". Aunque también destaca una fecha negra, la de la quema de iglesias en mayo del 31 y apunta: "Son cosas que ocurren, y hay que llevarlas en la mochila".

En este apasionante viaje impreso en papel histórico el lector tiene una parada obligada en la taberna Los cuatro ases, donde precisamente los cuatro grandes artistas de finales del siglo XVII se reúnen "un día cualquiera" para echar una partida de cartas. El escultor Pedro de Mena, el poeta Gaspar de Ovando, el dramaturgo Francisco de Leyva y el pintor Juan niño de Guevara hablan de sus obras, debaten sobre el arte y, en un ambiente cargado de copas y naipes, desgranan el ambiente "socarrón y apasionante" de una Málaga brillante.

El escritor susurra al oído del lector una narrativa intensa y apasionante para el malagueño y aquel que no lo es sobre los orígenes de los grandes acontecimientos que han hecho de Málaga una ciudad que en palabras de su autor destaca culturalmente gracias a su independencia intelectual.

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