Análisis

Juan carlos cilveti puche

Cortesía y descortesía

Cuando cualquier tipo de barco llega a un puerto español, en su mástil se iza la denominada bandera de cortesía. Sin existir un reglamento que los obligue, la tradición y las buenas maneras, llevan a que estos buques muestren durante su estancia el pabellón del país en el que se encuentran atracados.

Hace unos días, abriendo la nómina de barcos de guerra que visitan Málaga en 2018, el destructor de la marina real inglesa Duncan amarraba en el muelle de Levante. Con el añadido de entrar en la historia portuaria malacitana por ser el primer buque militar que carga combustible desde un barco, este destructor, que llegaba antes de tomar el mando de una agrupación de la OTAN, amanecía al día siguiente de su atraque sin lucir la bandera española. Informados sobre el pabellón de cortesía por la Comandancia Naval de Málaga, el Duncan, cuatro jornadas después de su llegada, dejaba las aguas malacitanas sin haber querido izar esta bandera.

Un día después de esta salida, el buque cisterna norteamericano Leroy Grumman amarraba en el muelle de Levante. Integrado en la Military Sealift Command, una organización que abastece a barcos de la marina de guerra de los Estados Unidos y a aliados, el Leroy Grumman quedaba atracado sin lucir el pabellón de cortesía. Informado horas después de su llegada de esta tradición por un responsable de la Comandancia, el buque al instante izó la bandera. Un pabellón que no tenían oficialmente a bordo y que tuvo que ser rescatado del camarote del primer oficial; un marino de ascendencia española que tras la autorización del capitán cedió su bandera. Dos actuaciones diferentes que explican a la perfección lo que significan las palabras cortesía y descortesía.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios