Pero qué alegría me da encontrarme a Elena S. Sánchez en el Festival de Málaga. Este año ejerce como miembro del jurado de la Crítica, lo que significa que tiene que ver, al menos, las 17 películas en competición. Pero a Elena le apasiona tanto su trabajo que también se la puede ver curioseando en otras secciones y en las actividades paralelas del certamen.

Para mí, completista tanto de Días de cine como de Historia de nuestro cine (no me he perdido ni una entrega; cada cual tiene sus adicciones) Elena es como de la familia. Comprobando cómo ha progresado desde el primer día. Comenzó con humildad. Con ganas de aprender, que es la mejor actitud con la que alguien debe afrontar un reto ilusionante. Y a base de tesón se ha convertido en una experta en la materia.

Elena me confiesa que está aprendiendo un montón. Que no habla de oído. Que ve completas todas las películas que tiene que comentar. Que se prepara con esmero personalmente cada una de las presentaciones que preceden a la proyección. ¡Cómo le cunden los seis minutos! Al principio, como espectador, me sabían a poco. Pero a medida que pasaron los meses percibí que lo del tiempo es relativo cuando lo que se dice es tan pertinente y tan bien medido. A veces me permito recuperar en la web algunas de las presentaciones de Elena con los especialistas que visitan el plató, y vuelvo a saborear su precisión y eficacia. Por otro lado, desde que se amplió a sesenta minutos, el coloquio ha ganado en consistencia y pedagogía. Deben estar muy contentos los jefes de Elena, Paco Quintanar y Gerardo Sánchez. Pocas veces he visto tanto entusiasmo en el desempeño de una labor. Y algo me dice que Historia de nuestro cine renovará en 2018. A ella no le pregunto. Pero lo intuyo. ¿Qué apostamos?

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