El director del Festival, Juan Antonio Vigar, ha manifestado su deseo y predisposición a que el Festival de Málaga se posicione en el mes de marzo. Razones no faltan para que así sea. De este modo Málaga y San Sebastián se convertirían en plataformas equidistantes en el tiempo como plataformas de lanzamiento del cine español de la temporada.

Septiembre y marzo, marzo y septiembre, como inicios del ciclo de estrenos del otoño/invierno y de la primavera/verano. Tan conscientes son ambos eventos de su carácter de escaparate del cine nacional que no es casualidad que de un tiempo a esta parte sus organizaciones hayan decidido con buen criterio que la presentación oficial en Madrid tenga lugar en la Academia de Cine de la calle Zurbano. A finales de julio, el programa de San Sebastián; a primeros de marzo, esperemos a partir de ahora, el de Málaga.

Que la climatología es una aliada del Festival de Málaga es algo indiscutible. Y es cierto que cuanto más se retrase al mes de abril y mayo más probabilidades habrá de sol y altas temperaturas. Pero como hemos podido comprobar este año, ni siquiera esa es la salvaguarda para librar de un chaparrón a una alfombra roja. La de 2018, el 13 de abril, ha sido de las pocas que se ha tenido que desarrollar en el interior del Teatro Cervantes.

La industria manda, porque a fin de cuentas para eso se celebra el Festival, para catapultar la hornada semestral, y tanto en 2019 como en 2020 el evento arrancará en torno al 15 de marzo. Todavía con el horario de invierno. Y aunque la Semana Santa de 2021 caiga en marzo, también se trabajará para encajarlo en esas fechas. Lo mejor de todo esto es que sin darnos cuenta estamos hablando de futuro. De que el Festival vino para quedarse.

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