El martes 17 de enero de 2006, la página marítima de este diario abría con el siguiente titular: "La protesta de los estibadores paraliza el tráfico de mercancías en Málaga". Bajo este epígrafe, y con una foto de una serie de trabajadores portuarios en actitud de protesta junto a la popa del Ciudad de Valencia (el primer melillero que lució en aguas malagueñas el controvertido logotipo de Acciona Trasmediterránea), esta noticia reseñaba como los 155 estibadores que, por aquellos años componían la plantilla de trabajadores de la carga y descarga malacitana, protestaban junto al colectivo europeo frente a una directiva comunitaria que pretendía la privatización del sector.

En aquella ocasión, la huelga afectó considerablemente a la gran mayoría de las empresas portuarias malagueñas; un acción que inmovilizó por completo el activo tráfico de contenedores que existía por entonces, amén de frenar una serie de operativas de carga y descargas previstas y paralizar por completo la línea regular que enlaza con Ceuta y Melilla.

Manteniéndose únicamente para Trasmediterránea unos servicios mínimos que sólo se cubrieron en un 60%, aquel paro europeo se diluyó, y una serie de promesas políticas en cada uno de los países de la Unión facilitaron una serie de acuerdos más o menos satisfactorios para la gran mayoría del colectivo de estibadores del Viejo Continente.

Casi diez años después, y tras varios avisos de paros cancelados en el último momento, los trabajadores malacitanos de la estiba, al igual que el resto de sus compañeros españoles, otra vez está en lucha. Una complicada huelga a la que muy bien se le podría aplicar aquel refrán que dice: "De aquellos polvos vienen estos lodos".

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