Tengo una cuidada edición bilingüe (latín y español) de las Etimologías de San Isidoro, que de vez en cuando hojeo. Es fascinante asomarse desde el sillón de lectura a los conocimientos del siglo VI, o sea, de hace 1500 años. Este libro, además, me lleva a los tiempos visigóticos, que me inquietan e interesan a partes iguales. Leer sobre gentes llamadas Agila o Atanagildo, que gateaban vitalmente entre lo bárbaro y lo romano, me suliveya.

Se adivina en San Isidoro una preocupación que conecta, casi mágicamente, con muchas ideas de las filosofías de nuestro tiempo: la de penetrar en el significado de las palabras, entendidas como símbolos de las cosas. Creía que si se conoce el nombre de una cosa, se conoce su esencia. Por eso habla mucho de gramática, retórica, dialéctica, palabras y letras.

Las letras son pregoneros de las cosas, imágenes de las palabras, y tan enorme es su poder que, sin necesidad de voz, nos transmiten lo que han dicho personas ausentes.

Ahí lo tienen: un genuino asombro ante la posibilidad de leer, ante el hecho de la lectura. Ese asombro lo lleva a escrutar los átomos de los textos, o sea, las letras mismas:

Pitágoras de Samos, a ejemplo de la vida humana, conformó la Y: el trazo inferior significa la primera edad, aún indefinida y todavía no inclinada ni a los vicios ni a las virtudes; la bifurcación superior se inicia en la adolescencia: el trazo derecho […] conduce a la felicidad; el izquierdo […] desemboca en la ruina.

Hay ecos cabalísticos en esta casi lisérgica interpretación. ¿Pero y la zeta?

Se la llamazeta por derivar de thánatos, esto es, muerte. […] ¡Oh letra zeta, la más desdichada de todas!

A un novelista como yo no podía pasársele por alto una definición de prosa:

Es la exposición continuada y libre de toda ley métrica. […] Otros dicen que prosa deriva deprofusa; o que se llama así porque avanza y discurre extensamente, sin que de antemano se haya marcado un límite.

Pero no sólo de lengua y gramática son un pozo sin fondo estas Etimología. Hay de todo: matemáticas, medicina, parentescos, sectas, piedras y metales, guerra, juegos, agricultura, utensilios, ángeles (querubines o plétora de las ciencias, serafines o incandescentes), seres prodigiosos, leyes, milicia, ciudades… ¡Inagotable!

Según la música, buscarás los números […] Supuestos dos extremos -por ejemplo 6 y 12- mira a ver en cuántas unidades del 6 es superado por el 12: te resultan 6. Halla ahora el cuadrado: 6 por 6 dan 36. Al mismo tiempo suma los dos extremos: 6 más 12, son 18. A continuación divide 36 por 18 y obtendrás un cociente de 2…

Y así hasta llegar a explicarnos, muchas operaciones después, la naturaleza íntima de la armonía.

Yo disfruto aprendiendo que los gimnosofistas filosofaban desnudos en las sombrías soledades de la India (nudi per opacas Indiae); que cuando los hombres lograron despojarse de su fiereza originaria, comenzaron a ajustar su vida a nuevas normas y crearon el vocabulario de la poesía; que el mirlo se llamaba antiguamente medula, porque modula su canto; que el átavo es padre del bisabuelo, pero hijo del trítavo, mientras que, aguas abajo, tras el biznieto viene el adnepos y después el trinepos.

Los lomos son denominadoslumbi por la lascivia de la libido, ya que en los varones se encuentra en ese lugar la causa del placer sensual, lo mismo que en las mujeres se sitúa en el ombligo.

¡El ombligo! Y nosotros, que si el clítoris y que si el punto G. ¡Siglo VI, cambalache!

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