La tribuna

José P. Alba García

Y el AVE llegaý

DE nuevo, día histórico. La puesta en servicio de la nueva línea ferroviaria Córdoba-Málaga, después de un largo período de reivindicación ciudadana, gestión política y desarrollo técnico, permite que Málaga se incorpore al conjunto de ciudades europeas conectadas a la cada vez más amplia red de líneas ferroviarias de alta velocidad.

Cuando hace más de cien años se construyó la línea férrea que une Málaga con Córdoba se pretendieron, ante todo, objetivos orientados al transporte de mercancías y a la mejora de la producción industrial. Ahora estamos ante planteamientos diferentes: se trata de ofrecer una solución a la movilidad de las personas mediante un verdaderamente nuevo sistema de transporte que permite achicar el mapa, acercando de forma extraordinaria a los pueblos, en el sentido más amplio de este término. El análisis de los que se oponen a la Y vasca para alta velocidad es certero en este sentido y de ahí su rechazo. Pero aquí, en la "muy hospitalaria" y "la primera en el peligro de la libertad", como reza el escudo de la ciudad de Málaga, estamos a otra cosa.

Sin menoscabo de los méritos contraídos en este logro por personas e instituciones del ámbito político que, por otra parte, actuaban en el cumplimiento de sus obligaciones, considero que es necesario resaltar la fundamental y determinante participación ciudadana, sin la cual, estaríamos aún quizá lejos del tren de alta velocidad. El I Plan Estratégico de Málaga en su II Asamblea en 1995 dio su apoyo a la nueva línea de alta velocidad Córdoba-Málaga, identificándolo como uno de los proyectos clave para el futuro. En los dos años anteriores, un largo, y a veces penoso, proceso de debates en comisiones técnicas en las que tuve la oportunidad de participar, ofreció argumentos en los que fundamentar esta propuesta. Posteriormente, y hasta que en 1999 se decide acometer el proyecto, pudimos asistir a un continuo debate en los medios de comunicación, incluso con participaciones de algunos malagueños, que lo rechazaban abiertamente con argumentos las más de las veces peregrinos y fruto de la ignorancia, cuando no de la mala fe derivada del servicio a intereses distintos a los de Málaga.

Así pues, creo que la participación en el I Plan Estratégico de numerosos ciudadanos y profesionales, interesados todos ellos en el progreso de nuestra ciudad, ha sido fundamental en que nos llegue, por fin, el AVE, pues aportaron una fuerza básica esencial en la que después, se apoyaron los que tenían que llevar a cabo el proyecto. Pienso, además, que esto ha contribuido a que nos llegue antes que a otras ciudades de mayor población e importancia económica (Barcelona y Valencia) que no han conseguido tan amplio, firme y activo apoyo social en sus poblaciones como en el caso de Málaga. A título de anécdota ilustrativa: mientras el Estudio Informativo del Córdoba-Málaga sólo tuvo 17 alegaciones (alguna de ella favorable, caso de Aesdima) el de Madrid-Valencia tuvo unas 6.000 en contra. Son gajes de los trámites administrativos, pero a mi modo de ver, dice mucho. Málaga supo visualizar como ningún otro lugar la importancia estratégica del AVE y provocó a la clase política que no tuvo más remedio que apuntarse.

La llegada del AVE debería servirnos a los malagueños de motivo para una reflexión profunda y responsable sobre lo que cada uno podemos hacer por nuestra ciudad y provincia. No estemos esperando a que nos lleguen manás de Madrid o de Sevilla. Tomemos conciencia de nuestras posibilidades y de nuestra fuerza. No se nos regala nada. Málaga, hasta ahora, da más de lo que recibe, según las cuentas económicas que se vienen publicando. Con lo que está en marcha (AVE, Aeropuerto, rondas, autovías, Metro, etc.) se corregirán déficits históricos, nos pondremos al día, en cabeza entre las ciudades españolas y europeas, sí, europeas también.

Pero no debemos olvidar que las infraestructuras son un medio, no un fin. Las realizaciones en marcha no debemos verlas como un premio o un derecho, antes bien como un gran reto y una responsabilidad de todos. Málaga debe responder dando ciento por uno, como ha ocurrido en otras ocasiones anteriores.

Y esto significa más y mejores oportunidades para todos nosotros y para nuestros hijos; creación de riqueza, que debe llegar a todos; posibilidades de abrirnos al exterior y de relacionarnos, lo que está en la esencia de nuestra historia.

Málaga ofrece a Andalucía y a España unas condiciones naturales, de infraestructuras y de capital humano que ya las quisieran muchos. Pero Málaga debe ofrecerse, no cerrarse sobre estos beneficios y privilegios, debe compartir sus oportunidades.

Hay que continuar mirando al futuro. Nuevos y no menos importantes proyectos de infraestructuras y equipamientos demandan nuestra atención y nuestra participación activa. El II Plan Estratégico los ha identificado: entre ellos, el Guadalmedina. Creo que el AVE nos marca el método a seguir para alcanzar algún día la solución de este trascendental proyecto urbano.

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