La ciudad y los días

carlos / colón

¿Acuerdo o error con Irán?

HACE una semana Shimon Peres, entrevistado en Le Journal du Dimanche, afirmaba que si Irán lograra fabricar una bomba atómica todos los países del Medio Oriente lo seguirían. Ante las inminentes negociaciones con Teherán sobre el programa nuclear iraní, Peres afirmó que "hay que seguir presionando para lograr que Irán renuncie, al menos a largo plazo, a su programa nuclear".

Las negociaciones terminaron este fin de semana y tras ellas Netanyahu ha declarado: "Lo que se ha acordado en Ginebra no es acuerdo histórico, sino un error histórico… Hoy el mundo de se ha convertido en un lugar mucho más peligroso… Las potencias han aceptado el enriquecimiento de uranio desentendiéndose completamente de las resoluciones del Consejo de Seguridad que ellas mismas encabezan". Peres ha respaldado las pesimistas palabras de Netanyahu, pero añadiéndole un mensaje diplomático dirigido a Irán: "Quisiera decirle al pueblo iraní: ustedes no son nuestros enemigos y nosotros no somos los suyos. Hay posibilidad de resolver este asunto diplomáticamente". ¿La hay? Frente a los ayatolás no caben diplomacias. La única y débil esperanza es que la asfixia económica propicie un cambio en Irán.

El acuerdo alcanzado en Ginebra sobre el procesamiento de uranio enriquecido en Irán ha sido definido por Obama desde la orilla opuesta al pesimismo israelí como "un gran acuerdo que hace el mundo más seguro" porque "por primera vez en casi una década, hemos detenido el progreso del programa nuclear de Irán y partes clave del programa retrocederán".

Al oírle recordé a Chamberlain volviendo de Múnich el 30 de septiembre de 1938 y leyendo su optimista declaración sobre la duradera paz conquistada gracias a su negociación con Hitler. Al término de la lectura oficial añadió: "Mis buenos amigos, por segunda vez en nuestra historia un primer ministro británico ha regresado de Alemania trayendo una paz con honor. Creo que es la paz para nuestro tiempo. Regresen a sus casas y duerman bien tranquilos". Exactamente un año más tarde Hitler invadía Polonia y estallaba la Segunda Guerra Mundial. Churchill apuntilló a Chamberlain y a los pacifistas con su famoso: "Queríais paz sin honra, y ahora no tenéis ni paz ni honra".

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