Letra pequeña

Javier Navas

Acuse de recibo

DABA la impresión de que Valadez iba a tener más aguante. El que había demostrado ya superaba lo aceptable. A fin de cuentas sólo era un concejal que denunció a los compañeros que llevaban el Ayuntamiento de Estepona. Y barruntando que le harían poco caso porque el alcalde Barrientos se llevaba las urnas de calle y ese es el único criterio válido para mantener a un candidato en la cabeza de la candidatura o sacarlo. Con los pies por delante o no. Valadez llegó a la alcaldía porque las listas corrieron en busca de alguien decente. Hasta ahora la estrategia del PP ha sido imponer a un equipo de gobierno en minoría reformas para estrangular los ingresos del Ayuntamiento y luego justificar levantar a Valadez del sillón. A la vez Barrientos hace declaraciones diciendo que su antiguo compañero (Dios quiera que no discípulo) no es un angelito: lo culpa de contratar atendiendo más a la genealogía que a la capacidad. Para rematar, que compró una casa a una empresa pringada en Astapa. Como las últimas acusaciones llegan, más que a lo personal, a lo familiar, Valadez se ha rebotado: y escribe una carta a Málaga Hoy y otros medios con el título, tan de cantar de gesta, de El felón de Salado.

El comienzo es espectacular: pocos alcaldes de pueblo, en el calentón de un mitin, podrían decir todo eso del adversario. A juicio de Valadez, las declaraciones del secretario general del PP en Málaga son "vomitivas, repugnantes, bochornosas, escandalosas, miserables, deplorables y un largo etcétera [sic]". Palabras de quien alertó de las manzanas podridas en el cesto propio y no ha encontrado respaldo entre los membrillos del otro cesto. Palabras de desespero, de quien se ha quedado solo. Después vienen preguntas retóricas que incluyen los términos "honradez", "vergüenza", "infames", "desacreditar la decencia y la honradez" y "puros [¿quería decir impuros?] intereses partidistas". El tono va mejorando.

Tras el ataque, una vez el lector se ha quedado tieso, la defensa. Niega Valadez que tuviese mano en las empresas municipales, por lo tanto, no contrataba gente: a las hemerotecas remite. ¿Que si compró una casa sospechosa? Él no compró nada; compró su mujer cuando no eran ni novios y de buena voluntad. Que presentara su declaración de bienes debería ser suficiente para comprender que no temía que encontraran nada. Después vienen, explícitamente dirigidos a Francisco Salado, un "miserable" y un "auténtico felón".

Tiene guasa que una denuncia de podredumbre institucional resuene menos que su defensa. Pero nos hemos hecho el cuerpo a los empellones sin fundamento y Valadez no se defiende con el "pues anda que tú". Para cada acusación muestra el argumento con el que piensa desmontarlas. Quizá no tenga razón, pero desde luego su respuesta consigue sorprender. Y en un ambiente donde no hay nada allá del insulto la sorpresa se agradece.

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