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rafael / sánchez Saus

¿Adónde irá la derecha?

LA última encuesta del CIS aporta el preocupante dato para el centroderecha de que más del 70% del electorado se inclina en este momento por distintas versiones de la izquierda. Si esto es malo para la derecha política, es aún peor para la derecha social, convertida casi en atavismo, incapaz de encontrar o reconocer su identidad electoral desde que Rajoy se decidiera a traicionar sus promesas y a su mayoría, y a dar por buenas las políticas desvertebradoras que los gobiernos de Zapatero impusieron sin consenso alguno a la nación. Esa asimilación, repulsiva para varios millones de ciudadanos sin los que el PP puede olvidarse de gobernar ni una pedanía, ha empezado ya a mostrar sus efectos a través de una persistente resistencia al olvido, manifestada hasta ahora en un reflejo abstencionista que, sin embargo, no pertenece a la cultura política de la derecha.

¿Adónde irá todo ese electorado huérfano y disgustado? Arriola sostiene, y esa es la esperanza del PP, que no puede sino acabar votándole a ellos por falta de alternativa creíble, pero tal vez no esté calibrando el grado de rechazo que esos incumplimientos y la triste figura de Rajoy suscitan. El reciente sondeo de Metroscopia para El País muestra que una parte importante de los descontentos del PP empiezan a decantarse por otros partidos, especialmente Ciudadanos, pero los populares saben que esa opción no puede acabar siendo el refugio perdurable de sus ex votantes por la derecha. En efecto, Ciudadanos, que seduce a muchos por su oposición al independentismo y a la deriva autonómica, es en todo lo demás -economía, educación, familia- un partido de corte socialdemócrata y progresista que difícilmente podría retener a esos electores. Tal vez por eso, desde el PP se esté haciendo todo lo posible, que es mucho, para mantener en la invisibilidad a Vox, el partido nucleado en torno a Santiago Abascal y Ortega Lara, el cual podría convertirse en el referente de la derecha huérfana si sus dirigentes fueran capaces de forjar una alianza sólida entre los sectores liberales, conservadores y católicos que consideran irrecuperable al PP para las grandes reformas políticas, económicas y sociales que España necesita con urgencia. La tarea no es fácil -las dificultades muchas, el peligro de ostracismo del sistema grande-, pero necesaria y del todo inaplazable.

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