Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

LA situación de emergencia que atraviesa la economía española y el descubrimiento de un déficit del 8%, dos puntos por encima de lo previsto, le han servido al Gobierno de lanzadera para aplicar un ajuste histórico del gasto público -"el inicio del inicio", aseguró con tono solemne la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría-. El paquete de medidas diseñado por el Ejecutivo de Rajoy supondrá un esfuerzo colectivo sin precedentes en la historia de la democracia y toda una declaración de intenciones. A la espera de otro drástico ajuste de hasta 23.000 millones, Rajoy ha enseñado todas sus cartas. Las mismas que ocultó durante toda la campaña electoral e incluso durante el debate de investidura, donde negó que tuviera previsto subir los impuestos. El ajuste está a la altura de las circunstancias, pero irrita ver cómo el PP ha ocultado su agenda. Desde hace unos meses el equipo económico de Rajoy temía heredar un déficit público próximo al 8%, esto es 20.000 millones por encima del 6% que exige Europa. El Gobierno no se puede escudar ahora en ese descubrimiento para imponer este durísimo ajuste fiscal. Tras escuchar el viernes a Sáenz de Santamaría, Guindos, Montoro y Báñez -a muchos españoles les hubiera gustado que su presidente diera la cara y explicara el plan aprobado en su segundo Consejo de Ministros-, se me planteó una pregunta: ¿para qué demonios sirven las campañas electorales? En lugar de discursos carentes de significado dirigidos a arengar a sus militantes, los partidos deberían estar obligados a utilizar este periodo para simplemente explicar a los ciudadanos su programa electoral. ¿Es que acaso el líder de los populares no tenía previsto aplicar este plan? El presidente del Gobierno ya le debe una explicación a los ciudadanos. Mal empieza.

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