Andalucía: el gran golpe

Hace falta tener la cara dura, como el cemento armado, para sostener ante un tribunal de Justicia, "yo no sabía nada"

Se puede entender que algunos -con alguna vinculación con la monolítica Junta de Sevilla, oficialmente llamada "de Andalucía"- no se cansen de decir que creen en la inocencia de los expresidentes Manuel Chaves y 'Pepe' Griñán y algunos de sus respectivos consejeros, más otros altos cargos de la administración autonómica, respecto de la administración de los llamados eres, en los que se han dispuesto o distraído centenares de miles de millones de las antiguas pesetas -y casi también en euros- sin que hasta la presente, como dicen los castizos, nadie nos sepa dar norte concreto sobre a quienes, cómo y por qué se fueron transfiriendo desde la socialista administración de la Junta de Sevilla.

Esa "pila" de millones de euros, distraídos a lo bestia con extraordinaria -que no admirable- habilidad de algunos y aducido desconocimiento -o miopía aberrante- de otros; que podría rayar en inequívoco diagnóstico de imbecilidad de los que estaban obligados a su custodia y legal distribución; para generar riqueza en Andalucía, la he llamado "calderilla", porque como tal ha sido tratada por los listillos gobernantes de la Junta, que debieron de creer que eran dineros cuyo inadecuado uso podría ser muy beneficioso para el rentable proyecto clientelista del Pesoe en Andalucía, granero privado de votos que se dirían moralmente cautivos.

Hace falta tener la cara dura, como el cemento armado, para sostener, ante un tribunal de Justicia -y ante la opinión pública- y con toda solemnidad que "yo no sabía nada, ni era función mía saberlo".

Parece que este asunto de los eres de Andalucía alguien habría querido que fuese el gran golpe de estos prestidigitadores del embuste, del engaño y la mentira. ¿Cómo pueden sostener que no sabían nada? Entonces ¿a qué se han dedicado? Chaves, Manolo familiarmente entre sus correligionarios del Pesoe, aguantó hasta diez y nueve años en San Telmo. Y eso que no quería abandonar el ministerio de Trabajo, porque fue ministro de Trabajo o de Empleo, aunque parezca u eufemismo, una ironía o una broma.

¿De qué hablarían los expresidentes Chaves y Griñán en sus reuniones con determinados empresarios y con los sindicatos? Quizá de fútbol, de teología o de viajes, pues parece que no sabían ni el número de patas del sillón en el que se sentaban. Yo, lo lamento, pero discrepo: Tengo el convencimiento moral de que son culpables, tanto si lo sabían, como aduciendo que no sabían nada, por incapaces o por cínicos, escójase lo que se quiera. ¿O no?

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