Antología del disparate

Tras diez años de pesadilla, resulta absurdo construir un tramo del Metro en una ciudad si el Ayuntamiento se opone

Concluida la Semana Santa, en la quincena final que resta para terminar el mes debe producirse el esperado choque de metros entre las Junta y el Ayuntamiento de Málaga. El Consejo del Gobierno andaluz declarará de interés metropolitano el tramo del tranvía en superficie entre Atarazanas y el Hospital Civil al que se opone el Consistorio, que utiliza de escudo el rechazo de una plataforma con un grupo de vecinos.

El Ejecutivo autónomo entiende que la obra supera el interés de la ciudad, ya que serviría para conectar dos hospitales a los que acuden usuarios de buena parte de la provincia. Así, técnicamente, supera el escollo del rechazo municipal para proceder a la licitación. Pero como, en realidad, se trata de un tajo que se desarrolla íntegramente por la ciudad no puede ejecutarse sin el consentimiento previo del Ayuntamiento. Por ejemplo, es necesario autorizar los desvíos de servicios y regular el tráfico en las calles afectadas.

Con el relato previsto, el no de Francisco de la Torre conduce a la paralización de los trabajos. Con esa negativa, la Junta ya dispondría de la prueba determinante para iniciar un contencioso administrativo en los tribunales contra de La Casona del Parque por el "daño patrimonial" que supone su postura. Exigiría una reclamación millonaria.

Este es el escenario anunciado que me resulta muy poco verosímil. La teórica indemnización no saldría del bolsillo del alcalde sino de los malagueños. Pero estamos en los preliminares de un juego en esta antología del disparate. Los ciudadanos son los rehenes y sufridores de un largo listado de cargos públicos que han dado sobradas muestras de su escasa competencia durante los más de diez años que arrastramos esta pesadilla. Es absurdo construir un tramo del Metro en una ciudad si el Ayuntamiento se opone. No hay palabras para describir la actuación de Francisco de la Torre, un alcalde que firma para salir del paso un acuerdo que no piensa respetar. Un regidor obsesionado por los rascacielos y los subterráneos, las dos miradas que para él definen la modernidad de las urbes. Y siempre con el exorcismo del agravio con Sevilla, muy rentable para agitar sentimientos del vivamalagueñismo catarí, pero que ya aburre.

Pero a su vez, es difícil igualar la desfachatez de los distintos responsables de Fomento de la Junta. Cambios continuos de proyecto y de recorridos. Nula gestión para evitar adjudicaciones de imposible cumplimiento. ¿Cómo es posible que lleve tres años parados un tramo de unos pocos cientos de metros en pleno centro? A estas alturas, el Gobierno andaluz carece de autoridad moral para presentar una mínima reclamación.

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