PRESCINDIENDO del sesgo machista, la frase "la mujer del César no sólo debe ser honesta sino también parecerlo" sigue teniendo plena vigencia. Y es que las personas que tienen un especial relieve público no sólo deben tener criterios éticos y conciencia recta, sino que sus comportamientos externos también deben transmitir esos planteamientos. Y si este comportamiento es exigible en cualquier actividad pública, en las personas que encarnan el poder jurisdiccional es aún más necesaria. Porque la justicia parece ser el último reducto, la última esperanza que tiene el ciudadano de sentirse reconocido en sus derechos y sus libertades. Por tanto, de las personas que encarnan el poder judicial se espera que además de que sean magníficos profesionales, también que aparenten rectitud y templanza.

Siempre es difícil acercarse con objetividad a resoluciones. autos y sentencias de jueces y magistrados, pues siempre habrá teorías que avalen sus decisiones y otras que puedan tacharlas de desafortunadas. Por eso tengo la costumbre de ser bastante respetuoso con las actuaciones judiciales y sobre todo en causas en que se dirimen responsabilidades de políticos, aunque, a veces, en mi modesto criterio, algunas de ellas me parezcan sobreactuaciones más encaminadas a conquistar titulares periodísticos que a restablecer el bien jurídico protegido.

Pero lo que sí me ha parecido inquietante es esa desaforada lucha interna que en torno a las macrocausas de los ERE y los cursos de formación se ha desatado en el juzgado número 6 de Sevilla, entre la actual titular del mismo y la juez Alaya, que cumplía esa misión hasta hace escasos meses. Es difícilmente explicable tanto personalismo y tanto sentido patrimonialista de estos inacabables sumarios, que por lo visto le llevan a creer a la actual magistrada Alaya que solo con su personal intervención puede garantizarse la recta instrucción y el acierto jurídico en la tramitación de estos procedimientos. Pero además de inquietud causa alarma que para retener en su ámbito de responsabilidad estos afamados expedientes no dude en negar a la actual titular del juzgado, Nuñez Bolaños, conocimientos jurídicos suficientes, e incluso, la independencia necesaria ante la velada y gravísima acusación de mantener una excesivamente estrecha relación con un alto cargo de la Junta de Andalucía.

Si la apariencia de serenidad, templanza y ecuanimidad debería ser un atributo deseable en las personas que encarnan la justicia, lo cierto es que en este caso es difícil encontrarla.

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