Postales desde el filo

15/6/1977

Sólo tras los pasos de las Cortes Constituyentes se podrán acometer los cambios que el país necesita

Dice Victoria Camps, reflexionando sobre los cuarenta años del 15J del 77, que haber sido testigo de aquello explica el rechazo que suscitan ciertas salidas de tono y críticas de brocha gorda a quienes tenemos suficiente edad para recordar las diferencias entre dictadura y democracia. La brecha generacional, entre los que éramos adultos y los que entonces aún no habían nacido o eran niños, está más marcada por las experiencias vividas que por la propia edad. Sabemos, los de entonces, que aunque no estemos en el mejor de los mundos posibles, tenemos la obligación de alertar sobre quienes "quieren llevar a la pira a las democracias existentes en nombre de las democracias imaginarias".

El descontento o la indignación, por muy justos que sean, no puede impedirnos ver que la España de hoy es infinitamente mejor aquel país que en la mitad de los setenta transitaba, con esperanzas, miedos e incertidumbres hacia la democracia. Azotado por la crisis del petróleo, cuando la irrupción del neoliberalismo en el mundo ponía fin a los "treinta gloriosos" de hegemonía keynesiana. Pero nada impidió que, aquel 15J, eligiésemos un parlamento constituyente del que salió una Constitución de todos. El marco de convivencia con el que hemos disfrutado de la más larga etapa de libertad y normalidad democrática de nuestra desafortunada historia.

Es cierto que hoy, por diferentes razones, hay quienes no se sienten representados en ella: el modelo territorial, la monarquía, el sistema electoral , las diputaciones, la integración en la UE y el euro, la inmigración, etc. temas difíciles, unos sobrevenidos y otros viejos, que el tiempo devuelve al debate político. Muchos ven en la reforma constitucional la solución a problemas no resueltos que siempre existirán. La cuestión es que, contrariamente al espíritu que entonces la hizo posible, hoy parece crecer otra vez idea -que Aznar también sostuvo en su día- de que sólo en el conflicto hay política. Algo que es extremadamente útil para derribarlo todo. Pero lo que nos dice la experiencia es que, en democracia, el consenso y el pragmatismo es lo único que permite construir sistemas estables de convivencia. Deberían dejar de mirar al pasado con arrogancia adolescente ("régimen del 78", "proceso destituyente", la trama,etc.) ya que sólo siguiendo los pasos de aquellas Cortes Constituyentes, elegidas el 15J del 77, se podrán acometer los cambios que el país necesita.

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