1984

Según la nueva izquierda catalana, la solidaridad es un valor a mantener sólo en la medida en que se quiera

En pleno debate sobre quién formará gobierno en Cataluña (si es que es posible), uno de los más memorables éxitos de Gabriel Rufián ilumina el debate. Se trata del vídeo en el que este triunfito de la nueva política explica el concepto de solidaridad republicana de esquerras, tomando como ejemplo a las becas de comedor de "sus primos de Jaén", que su hijo no tiene. Según la nueva izquierda independentista catalana, la solidaridad es un valor a mantener sólo en la medida en que se quiera. Ni una pizca más y nunca por obligación, que la caridad bien entendida comienza por uno mismo. Confunde de este modo solidaridad, adhesión a la causa de todos, con caridad como sinónimo de limosna. Lo que tampoco extraña después de que Junqueras se haya destapado como un hombre religioso al que sólo le falta pedir que le cambien el retiro en Estremera por uno más monástico en Montserrat. Con la deriva independentista, la izquierda catalana se ha hecho tan de derechas que ésta no se puede quejar del Frankenstein que en buena medida ha creado. La última crisis se ha llevado por delante algo más que un puñado de conquistas sociales. Su presa más preciada ha sido el concepto de solidaridad. Al discurso ideológico de los años del boom de que había pastel para todos y sólo había que preocuparse de coger la parte más grande le siguió el de la gestión de la crisis. ¡Qué se aguante el otro que bastante bien le ha ido! Tras de enfocar su superación como un proceso individual donde se busca sus propias habichuelas, es contradictorio quejarse de que se extrapole el mensaje al discurso territorial. Sólo varía el tamaño del ombligo.

Mientras que el siglo XXI se consolida como el siglo de la globalización de los capitales y los grandes consorcios multinacionales acaparan más poder que muchos estados, desgajarse en unidades territoriales más pequeñas es pegarse un tiro en el pié. Pero más fácil que explicar que tú no aplicas las políticas sociales que recriminas a otros porque has priorizado tus propios intereses. Hartico de la revolución rusa, Orwell escribió en 1984 "quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado". Desde entonces, cada uno ha dado prioridad a las políticas que ha querido para defender sus cuotas de poder y hoy sigue sin hablarse de la política socioeconómica de un gobierno que aglutinará desde la CUP a la derecha independentista.

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