Yo no he sido

Las autocríticas brillan por su ausencia a todos los niveles y no digamos nada de la postura farisaica de la oposición

Se ha pisado", dijo aquel jugador de tenis de mesa cuando le preguntaron qué había pasado con la pelota. Él le había dado un pisotón y no se le ocurrió otra justificación que decir: "SE ha pisado". Equivale a decir: "yo no he sido. No soy responsable. Es algo que ha pasado". No crean que invento nada. Es un hecho real. Y tampoco es una actitud novedosa. Es una muestra de un comportamiento muy habitual entre individuos, colectivos e instituciones. Parece que en nuestra sociedad nadie tiene nunca la culpa de nada, nadie tiene por qué sentirse responsable de ningún suceso. Lo hemos visto en estos últimos días con el nevazo que ha caído por muchas de las carreteras de España o las declaraciones de Rato en la Comisión. Seguro que no soy yo el adecuado para decir quién es el último responsable del desaguisado que sufrieron tantos y tantos ciudadanos, o entre quiénes repartir las culpas de tanto sufrimiento. Por tanto, no voy a descender a los detalles del tema. Pero sí es necesario analizar y denunciar esas actitudes repetidamente auto-exculpadoras. Porque no parecen ser las más adecuadas para mejorar situaciones y convivencias. ¿Cuántos de los involucrados en cualquiera de esas situaciones lamentables se han preguntado algo tan aparentemente sencillo como "cómo y por qué me he visto envuelto en este asunto"? O ¿qué he hecho, que no debería haber hecho, o qué no he hecho que sí debería haber hecho, para estar así? ¿O se le ha ocurrido a alguna de las instituciones mirarse a si mismas, aparte de pedir perdón con la boca chica (cuando lo hacen), en lugar de darle vueltas a la cabeza como una lechuza mirando a su alrededor para culpar de todo lo que sucede a cualquiera que se ponga a tiro? Las auto-críticas brillan por su ausencia a todos los niveles. Y no digamos nada de esa postura farisaica de los partidos de la oposición cuya actitud algo carroñera consiste en buscar flancos con la meta de ganar votos y de dañar al contrario, utilizando a porfía palabras grandilocuentes y cargadas de ingenuo ingenio más que de razón. Este no es el camino. Ni por parte de unos, ni por parte de otros. Si fuéramos medianamente razonables y honestos empezaríamos buscando y reconociendo nuestros propios errores. Y si el análisis de unos y de otros es correcto, y si se adecuara el comportamiento futuro a corregir los errores reconocidos, posiblemente la próxima vez los daños serían menores.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios