La tribuna

Jorge Hernández Mollar

Las tres E

EN la presentación del equipo de elaboración del programa electoral del PP para las elecciones municipales que tengo la responsabilidad de coordinar, el presidente de nuestro partido en Málaga, Elías Bendodo, nos trasladó en público los ejes principales sobre los que debía pivotar el contenido de dicho programa. Educación, economía y empleo, justo por ese orden, son las tres prioridades que precisamente demanda una sociedad que, como la malagueña, sufre un duro castigo en el sostén y la supervivencia de cientos de miles de sus miembros.

La educación familiar, escolar y universitaria son los tres pilares básicos de una sociedad estable, moderna y competitiva. El Partido Socialista sólo se ha dedicado a inventar modelos familiares confundiendo la velocidad con el tocino. Poco a poco a nuestros jóvenes se les va adoctrinando desde el Estado que el matrimonio entre un hombre y una mujer está ya demodé, que el aborto es un derecho fundamental de la persona, que los padres se han convertido en progenitores, que la masturbación es liberadora y que el género sustituye a lo que la naturaleza diferencia en el mundo animal como varón y hembra.

Los hijos nacidos en este entorno tan original son carne de cañón después, para refugiarse en la droga o el alcohol, para ejercer la violencia contra los educadores o para fracasar en sus estudios. Por lo tanto, cooperar a crear un ambiente familiar estable entre padres, madres e hijos, facilitar a las madres trabajadoras guarderías infantiles, fortalecer la autoridad del profesorado y hacer de los colegios centros de colaboración educativa entre la familia, el municipio y el profesorado constituyen un objetivo prioritario.

La educación universitaria queda lejos de la competencia municipal, pero fomentar convenios empresariales, culturales o de investigación con nuestra Universidad desde los municipios fomentará unas mayores sinergias entre los ciudadanos y el alma máter de nuestra educación y cultura.

La economía es hoy la gran preocupación de nuestros dirigentes políticos, empresariales y trabajadores. Miles de familias malagueñas viven hoy el drama del paro en alguno de sus miembros, nuestra juventud sea la universitaria o profesional va creciendo en años al mismo tiempo que crece su desencanto y desesperación; los pequeños y medianos empresarios ven cómo se les cierra las puertas para financiar sus negocios, mientras muchos de ellos son víctimas de la crisis, sintiéndose impotentes para afrontar sus gastos más primarios de subsistencia.

Este derrumbe de nuestro crecimiento económico ha afectado muy duramente a nuestros ayuntamientos. La reducción drástica de gastos corrientes y suntuarios acometida ya por nuestros alcaldes no es suficiente. La recaudación fiscal, necesaria junto a otras fuentes de financiación para prestar y mantener unos servicios públicos de calidad, sólo es factible si la actividad económica genera los ingresos suficientes en el contribuyente; lo contrario debilita enormemente las arcas municipales y si se le añade, además, la dificultad de acudir al crédito, el problema se convierte en insostenible.

Por lo tanto, se hace urgente que desde la lealtad institucional nuestras autoridades municipales y autonómicas se afanen con decisión y urgencia en modernizar nuestras infraestructuras de comunicación, en impulsar y poner en marcha los planes de ordenación territorial y urbana, acometer y finalizar las obras públicas en ejecución y a fomentar la inversión y confianza en nuestra principal industria que es el turismo. Se hace necesario que el turismo lo integremos en un proyecto común que vertebre nuestro litoral mediterráneo desde Manilva a Nerja con el interior de nuestra provincia en su dimensión agrícola, cultural y artesana. Es en esa vertebración donde nuestra Diputación debe jugar un rol importante.

Málaga y su provincia, mal que les pese a algunos, ha sido hasta ahora el motor económico de Andalucía. Ronda, Antequera, Almería, Cádiz, Málaga y ahora Jaén se fusionaron en el mayor proyecto financiero de Andalucía -Unicaja- que sigue siendo la referencia más consolidada en este ámbito; no debemos renunciar, por tanto, a que desde la racionalidad y rigurosidad afrontemos otros proyectos viables que nos fortalezcan aún más como sede y asiento de la mayor entidad financiera de Andalucía. Esa ha sido y debe seguir siendo nuestra vocación.

El empleo es el gran reto que nos espera en los años próximos. Una sociedad con más de 200.000 desempleados como es la malagueña es casi una tragedia. Si a ello le añadimos las recientes medidas de reducción salarial de los funcionarios, la congelación de las pensiones o la subida del IVA, la contracción del consumo está servida y con ello se paraliza el circuito productivo con el consiguiente empobrecimiento de la población.

Sin una educación y formación de calidad en el entorno de una economía en crecimiento y competitiva, hablar del empleo se quedaría en un mero ejercicio de voluntarismo político. Ni los ayuntamientos, ni la Junta ni el Gobierno crean empleo. En una sociedad de mercado como la nuestra son los empresarios, los hombres o mujeres de negocio, los que crean puestos de trabajo. Necesitan confianza, créditos, liquidez, infraestructuras y servicios públicos en condiciones, a cambio de calidad, competitividad, innovación, salarios dignos y oferta laboral estable que incentiven la productividad.

De aquí lo acertado de poner unos cimientos sólidos para los próximos 4 años de mandato municipal en las tres E: educación, economía y empleo como ejes de tres proyectos que servirán para que los ayuntamientos de Málaga capital y su provincia, así como la Diputación, alcancen los niveles de prestación de servicios y calidad que todos deseamos.

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