Bah bah Land

La infelicidad no es un método para la profundidad ni para la autenticidad ni para la estética, afortunadamente

Comprendo que La La Land no haya ganado el Oscar a mejor película, porque no es una gran película, aunque sea entretenida y bonita. No me parece buena, como habrán adivinado, por su polémico final; pero no (y aquí empiezan los spoilers, no digan que no les aviso, usando incluso el anglicismo para llamar más la atención) porque no sea un final feliz, aunque yo prefiero los felices, como los principios felices y los medios felices.

Mi extravagante preferencia personal por la felicidad no quita que considere que una gran obra de arte pueda tener un final desgraciadísimo. Soy forofo de Sófocles, por irnos lejos. El problema del final de La La Land es artístico.

Supongo que, a estas alturas, la mayoría ya habrá visto la película, que ha tenido un comprensible éxito de público y de crítica. Saben entonces que los protagonistas logran sus respectivos sueños: ella, el estrellato cinematográfico; él, su local de jazz y su reivindicación de esa música. Nos alegramos. En cambio, renuncian a su historia de amor. El mensaje de la película es que eso ha salido mal porque ambos se han sacrificado para cumplir sus sendos sueños.

Y ahí está el fallo cinematográfico o, si se quiere, narrativo. No se ve por ninguna parte ni en ningún momento la necesidad del sacrificio. La impresión es que no han luchado nada por salvar su amor. Tenía toda la razón (vital) Ortega y Gasset cuando nos advirtió que "la vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada". Como los protagonistas no han aspirado a todo, toda la historia adolece de una íntima falta de sentido.

Hubiese sido distinto si nos hubiesen mostrado obstáculos inmensos a su amor, y la consiguiente opción desesperada por cumplir sus sueños. Habrían hecho mucho mejor en seguir más de cerca a Casablanca, que es un clásico que no han terminado de entender, porque allí el final es infeliz y el amor se sacrifica a causas mayores, sí, pero, dejándonos ver las razones del fondo, sin renunciar a él a bote pronto. La La Land adolece de la frivolidad que quisieron evitar con su final desgraciado. La infelicidad no es un método para la profundidad ni para la autenticidad ni para la estética, afortunadamente. De la película se sale pensando que hay que vender más cara la piel de nuestros sueños: de todos. Y eso es lo contrario de lo que se cuenta en ella. Cuando se produce esa distorsión, existe un fallo artístico.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios