Ben-do-do

En contraste fue brutal. Sánchez puso patas arriba el PSOE y Bendodo salió bajo palio de su congreso

El fin de semana pasado, mientras el PSOE se llevaba un revolcón con las primarias, Bendodo ganaba su congreso provincial con un 99,5% de los votos. Sí, un 99,5%, y además sin un solo voto en contra. El contraste resultó brutal, Sánchez, por un lado, poniendo patas arriba el PSOE para llegar al 50% de los votos y, por otro, Bendodo saliendo bajo palio de su romería congresual. Ben-do-do, Ben-do-do. Pero, ¿qué es mejor, salir coronado bajo una lluvia de pétalos o bajo una lluvia de tortas? De partida, estéticamente es más tentador ser ungido entre tiernas adoratrices, pero la cifra del 99,5% produce también un cierto rechazo intelectual. Decía Lippmann que donde todos piensan igual nadie piensa mucho. ¿Cómo es posible que no tenga ni un solo voto en contra? O, ¿cómo es posible que Susana tenga menos votos que avales? La pregunta naturalmente es retórica, todos sabemos muy bien cómo es posible. La cuestión es si queremos que siga siendo así, o si queremos que los partidos empiecen a ser realmente democráticos.

Y en un sistema con listas cerradas, o en un país con una terrible tendencia al cainismo, no es un asunto baladí. En España, las primarias son la única votación donde no impera el miedo al contrario, donde no cabe decir "o voto a este idiota o viene la derecha", y viceversa. Es el único escenario en el que uno puede penalizar a un corrupto o a un idiota sin sentir que está entregando el poder al eterno enemigo. Y eso ya es un valor, sobre todo aquí, pero no es el único, ni el más importante. "Sería una necedad pretender que el pueblo no puede cometer errores políticos, pero comparados con los errores que han sido cometidos por cualquier género de autocracia, carecen de importancia". Esto no lo ha dicho Sánchez, lo dijo John Calvin Coolidge, el trigésimo Presidente de los Estados Unidos, un país donde tienen muy claro cuál es el valor capital de una democracia, y su mayor garante: anteponer la democracia a todo. Algo tan simple y tan obvio que es muy fácil de confundir, por ejemplo, con un congreso provincial del PP. ¿Es posible que alguien saque el 99,5% de los votos en una democracia sana? ¿Es mejor estar todos unidos que participar todos en las decisiones? ¿Puede haber algo por lo que merezca la pena la falta de democracia? La pregunta, obviamente, también es retórica.

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