La columna

Juan Cañavate

jncvt2008@gmail.com

Bochorno

Nos hemos acostumbrado al bochorno de los políticos como al del verano eterno, insufrible, inhumano

A mi este verano me está resultado como el gobierno de Rajoy: eterno, insoportable, inhumano y, sobre todo, bochornoso y, por eso, cada vez que consulto alguna de las veintisiete aplicaciones que tiene mi teléfono para predecir el tiempo, se me aparece en la pantalla la cara del presidente sonriente.

Y será que el bochorno me tiene trastornado noche y día, como a Soraya y su bochorno parlamentario, el de Catalunya claro, y no el de España y la bochornosa desvergüenza de su jefe en la comparecencia ante el Congreso de Diputados por el asunto de la financiación ilegal de su partido.

Ando, ya les digo, con el calor dando traspiés y camballás de balate en balate, en un permanente delirio y sin importarme ya siquiera si hay sombras o solanas por las aceras de esta ciudad sin árboles o si el alcalde veranea en Bruselas o si oigo a Rajoy decir que va a defender con rigor e inteligencia la democracia, que tiene guasa oír al Rajoy decir esas cosas o al Zoido, el más siniestro ministro del interior desde los tiempos de Serrano Súñer, defender la coordinación en la lucha contra el yihadismo, que menos mal que esos canallas lo único que aprobaron en la ESO fue la religión y el carnet de conducir que si además llegan a aprobar la física y la química, no nos salva de la masacre ni ese mosso de gatillo fácil que consiguió abatir terrorista tras terrorista y ya, de paso, todas las posibles fuentes de información de los atentados y no como en Turku, Finlandia, donde la policía finesa, nenazas, sólo le pegaron un tiro en la pierna al tipo y han conseguido enterarse de todo, todo lo que había detrás de su atentado.

Pero claro, allí no hay mossos de gatillo fácil ni acciones coordinadas de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (Zoido dixit) ni los atentados y los crímenes sirven para alimentar tertulias en rigurosos y democráticos programas de cualquier cadena ni hace, por supuesto, la mierda de calor y de bochorno que hace aquí y, quizás por eso, mantienen la cabeza fría y antes de vaciar el cargador hasta piensan un poco si no será mejor dejar a algún sospechoso vivo.

Aunque la verdad es que el bochorno le viene como anillo al dedo a un país que lo soporta como un mal menor, como a Rajoy y que, por eso, no es capaz de ponerse de acuerdo para echarlo y nos hemos acostumbrado al bochorno de los políticos como al del verano eterno, insufrible, inhumano pero que no deja de ser otro mal menor que también le viene bien al turismo; ineludible futuro y destino de esta triste tierra nuestra. Más calor, más cervecitas, más terracitas, más playitas, más sanfermines, tomatinas, verbenitas y, sobre todo, más camareros, millones de camareros levantando España, la España bochornosa de Rajoy y que viene a ser como este verano que empezó en mayo y que va para noviembre.

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