Dos de callos

Hay veces que uno duda si lo toman por tonto o tiene una pesadilla fruto de una mala digestión

El martes siguiente al último fin de semana de septiembre toca escribir sobre el concurso nacional de albañilería de la peña el Palustre. Un año más, volvió a ser un éxito de participación con cuadrillas provenientes de toda España, incluida Cataluña. Pero confieso que, fruto de mi inconsciencia, cometí el error de terminar de digerir los dos platos de callos con los que me agasajaron (superando en su factura la ya difícil ejecución de las piezas de albañilería) viendo la entrevista de Évole al señor Puigdemont.

Hay veces que uno duda si lo toman por tonto o tiene una pesadilla fruto de una mala digestión. Y confieso que el domingo dudé. Según el Muy Honorable, la condición para estar a favor de un referéndum es que haya sido convocado. Por eso lo está a favor del de ayer en el Kurdistán. Aunque no esté muy al tanto de lo que por allí acontece. Cuestión de principios de la que habría que descartar los casos en los que se vote sea una chaladura. Por ejemplo, si todos los catalanes deben llevar barretina para reforzar su hecho diferencial. Nada se puede objetar a la convocatoria de un estado soberano, salvo que en los casos por los que se le cuestionó no existe tal. Ni en el Kurdistán, ni en el Sahara. Y eso nos lleva a preguntarnos si el hecho diferencial que ha propiciado su cambio de opinión desde 2014 es que entonces votaba no, como partido en el gobierno, a una moción parlamentaria que molestaría a los gobiernos turco y marroquí, y ahora es una respuesta a un periodista en plena campaña. Si el razonamiento inicial es propio de Barrio Sésamo, del análisis posterior emana toda una declaración de principios. Pero si le añades que, cuando la presidenta su parlamento niega la condición de catalanes a los votantes del PP y su consejero de Interior manifiesta que quienes no vayan a votar no son ciudadanos, sino súbditos, el president te explica desde la autoridad académica de su inconclusos estudios de filología catalana que ninguno ha dicho lo que tú acabas de escuchar, sólo puedes pensar que lo primero para establecer un diálogo entre las partes es que ninguna tome por tonta a la otra.

En mi inconsciencia, a continuación leí que Julian Assange, aburrido en su arresto domiciliario en la embajada de Ecuador, mata el tiempo siguiendo la política catalana y echa un poco de más leña al fuego. Concluí que vivía una pesadilla y me juré que no volvería a ponerme púo de callos.

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