Postales desde el filo

Cambiar

Con la victoria de Sánchez, se rompe el modelo de partido que se impuso tras la marcha de Felipe González

Con la amplia victoria de Sánchez en las primarias ha saltado por los aires el modelo de partido que se fue imponiendo en el PSOE desde la marcha de Felipe González, hace ahora dos décadas. Creo que fue Gamsci quien definió los tiempos de crisis como aquellos en los que lo viejo no acaba de morir ni lo nuevo de nacer. Pues bien, se puede afirmar que el viejo partido ha pasado a mejor vida. Ahora queda por saber qué nacerá de la mano de Sánchez. Como repetidor en la secretaría general tendrá una idea clara de qué hacer. Entre las muchas tareas que le esperan la más inaplazable es cambiar el partido. Una labor en la que todos deberían implicarse ya que si el PSOE no cambia está condenado a ser una fuerza política residual. En su programa Sánchez propone "la participación y el empoderamiento de la militancia, la transparencia, la eficacia, la apertura del PSOE y de las Casas del Pueblo a la sociedad española y a las organizaciones progresistas, la rendición de cuentas…." Nada eso será fácil en un partido que se resiste a los cambios. Él sabe que el primer obstáculo volverá a ser el que marcó su anterior mandato y, en buena medida, también el de sus predecesores. El del poder fáctico que han ejercido los dirigentes territoriales sobre los secretario generales. Borrell ha insistido en la necesidad de que el secretario general no esté bajo la tutela de poderes internos. Almunia tuvo que apelar a la militancia para superar el déficit de legitimidad por su elección improvisada mediante un acuerdo de los dirigentes territoriales. Un pacto implícito con éstos, de paz por territorios, caracterizó la etapa de Zapatero. El constante achique de espacios impidió a Rubalcaba y al propio Sánchez consolidar sus respectivos liderazgos internos. Que, tras ganar éste las anteriores primarias, se dijese con absoluta normalidad que debía la secretaria general a Susana Díaz pone de manifiesto el grave problema de liderazgo al que me refiero: ese modelo orgánico disfuncional que acabó colapsando en los lamentables incidentes del pasado octubre.

Sánchez ha recibido más apoyo del que probablemente el mismo esperaba. Le sobra pues legitimidad para remover los cimientos de una organización cuyas estructuras internas están profundamente dañadas. Una ardua tarea para la que necesitará aún más apoyos de los muchos recibidos. Si, por falta de pericia o de capacidad de liderazgo, no lo consigue volverán los idus de octubre.

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