Cambiar

Nada es por siempre lo que era, pero uno se pregunta si alguien tiene idea de lo que quiere que este barrio sea

Cuántas cosas tienen que cambiar para que no seas lo que eras? Tengo un buen amigo que en cada cumpleaños se afeita la barba y se mira al espejo, para ver si aún se reconoce. Es un ejercicio realmente difícil, la identidad es un artificio de nuestra mente, nada es realmente lo mismo nunca, "ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos", decía Heráclito. Pero nos gusta aferrarnos a la inmutabilidad, a la permanencia de las cosas, que, aunque sea ilusoria, satisface más que aceptar que dejen de ser lo que eran. Si has nacido con pene, serás varón, para siempre. Si has nacido socialista y obrero, serás un partido de izquierdas, para siempre. Aunque eso no sea más que reducir ser varón a tener un pene, o ser de izquierdas a que lo ponga en tus siglas, es decir, una tremenda y absurda simpleza.

Hay varones que no tienen pene y hay barones que no son de izquierdas, todo puede cambiar, aunque en muchos casos lo realmente difícil sea darte cuenta precisamente de que has cambiado. Discúlpeme, no le había reconocido, he cambiado mucho, solía decir Wilde. A veces la transformación es brusca y reconocible, como ser padre o tener leucemia, pero a veces es casi imperceptible, lluvia fina. ¿Cuándo exactamente dejas de ser joven? Son cambios tan lentos, tan poco a poco, que lo más fácil y cómodo es negarlos. Pero también lo más descaminado, porque al pretender que no existen, no dejamos opción a intentar enmendarlos o acomodarlos. Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos, decía Galeano, pero al cambiar sin darnos cuenta perdemos la conciencia de hacia dónde vamos, con lo que puede que no nos guste en absoluto cuando lo descubramos. Este domingo volvía caminando por Pedregalejo, tras despedirme de El Lirio, que ponía fin a 90 años de tradición marenga, y me preguntaba ¿cuántas cosas más podemos perder y seguir siendo Pedregalejo? El Caleño y El Lirio cerrados, Bobby Logan y Casa Pedro en ruinas por años, los Baños del Carmen ya solo medio en pie, Astilleros Nereo bajo constantes amenazas. Sin duda el cambio es inevitable, nada es por siempre lo que era, pero uno tampoco puede evitar preguntarse si al menos habrá alguien al mando, en alguna parte, que tenga la más remota idea de cómo demonios quiere que este barrio sea.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios